MENUDENCIAS DE VERANO: Nuevas vivencias

Mi jefe es más listo que un conejo; por eso es alto mandatario, esta claro.
Recuerdo cuando me mostró emocionado el plano de nuestra futura ubicación y me dijo “Ése es tu sitio” Yo miré consternada, medio refunfuñé y, obviamente, perdí la batalla.
Pasó el tiempo y el presente se impuso. Llevo siete días y me han confundido con las personalidades más variopintas. El primer día me puse a limpiar las estanterías, llegó “un propio” y me dijo que cuando terminara dijera a mi jefa que me mandara a no sé donde a seguir… limpiando.
Otro, llegó y me convirtió en recepcionista. Otro, en sereno: me llenó de llaves, tarjetas, claves y contraseñas. Otro, me miró con más glamour y me subió al estatus de directora, aunque otro me preguntó si era la dueña de la empresa.
El que más me dolió fue uno me dijo “¿Tú, quién eres? “¿Yo? Ángeles” Y él contestó “Tú no me sirves”
Me falta que me confundan con una maceta o jardín botánico porque cuando me ponga mi vestido floreado y nada más que entren y se estampen con mi humilde figura…, al tiempo.
Pero como soy positiva a la par que chicle (sirvo igual para un roto que para un descosido), pues estoy cogiendo gustillo al sitio: me entero de casi todo. Quién entra, quién sale. Veo quiénes van a la cocina, saludo calurosamente, cotilleo habidamente, doy el alto si es menester a los intrusos y todo… sin dejar de hacer mis labores propias a las que he sido destinada ¡ahí es ná!
Confieso que al terminar el día, acabo un poco estresada y cuando salgo de allí, me cuesta retomar mi verdadera personalidad.