¿Lo has
visto? Llegó de puntillas cuando las horas casi dormían y el mundo casi
flotaba.
Tiene
cara de campo trillado que el tiempo despobló. Las mejillas son dos manzanas coloradas
y su cuerpo, un tronco encorvado, casi semi desnudo, casi hierba en una
primavera tardía.
Me
agradan sus mañanas suaves de otoño claro y colores de ocres tristes.
Me alivian
sus días cálidos en los que el sol acaricia mi piel fría y echa raíces en el
alma.
Me
apasiona su vientecillo suave que acompaña a la melodía del silencio abandonado
cuando paseo por mis caminos dormidos, afónicos de hombres que distraen mi
embeleso.
Me flipa
el sonido vacío de la campana en su espadaña extendiendo su sonoro tronar sobre
mis campos indefensos y desamparados.
Me gustan
sus susurros de otoño que invitan al sosiego y al balance de logros y
desaciertos.
Me
complace este otoño de humedad tierna que resbala y encharca…, su aroma
inalcanzable de la brevedad de un instante mientras un poema nace en mis
labios.
Me
deleita mi tierra de vastos horizontes que en otoño expande mi mirada. Tierra
enjuta que enhebra otoños, primaveras y veranos para luego dormir en inviernos
gélidos y nieblas misteriosas. Tierra de tragedias y ternuras, de odios y
caridades, esta es mi Castilla de dorados otoños y tardes de membrillo.
1 comentario:
Que bien has descrito la belleza otoñal por estos lares donde vivo.
El Otoño me fascina por muchas cosas, pero además por la belleza insinuante de sus colores.
Besos, guapa.
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