sábado, julio 29, 2017

ALAS DE ÁNGEL

No era un día más, aunque lo fuera. Su vida era demasiado rutinaria, monótona y, sin embargo, él y ella trataban de colorear sus precarios instantes en dulces encuentros. Se agarraban las manos y los dos temblaban de placer. Apenas hablaban, pero se miraban y sus ojos decían lo que la realidad les negaba. Se sentaban en un banco apartado a la sombra de un árbol que abanicaba ese tímido amor que nació entre fuertes muros de hormigón, pero ellos supieron volar y alzar sus alas en aquel tiempo en que la vida nada les dio.

Un día de finales de julio vieron juntos por primera vez una puesta de sol. Fue por casualidad, iban paseando y, de repente la muralla fue espejismo para ser una alambrada. Sus cuatro manos se sujetaron al alambre. Picaba, molestaba, hacía sangrar sus dedos, pero mucho más hermoso era aquel espectáculo en melocotones y frambuesas que, cuando se hundieron en el horizonte, el cielo se plagó de farolillos. Se tumbaron en el suelo para verlo más y mejor hasta que el sueño se meció en dos estrellas.

A la mañana siguiente fueron encontrados dos cuerpos en la trasera del manicomio. A ambos les habían crecido las alas.

6 comentarios:

Marigem dijo...

Ay qué precioso pero qué triste. Me he imaginado esa puesta de sol, tan juntos y tan separados.
Besos y feliz finde.

Macondo dijo...

No puede haber amor más puro.

Micaela dijo...

Preciosa y triste historia. Me ha encantado leerte como siempre. Un fuerte abrazo.

Recomenzar dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Recomenzar dijo...

Me has dejado con la boca abierta
Me has
Encantado

Reina Letizia dijo...

Las alas para los aviones. Me horrorizan. Yo quiero ser siempre como soy. No sé qué haría con unas alas. Prefiero volar en un avión. Es más seguro.

Besos de Reina