miércoles, julio 27, 2016

BITÁCORA VII… TALLÍN Y ESTOCOLMO

Cuando entré el primer día en el barco y vi tanto niño dije “Ay madre, ay madre”, pues los chillidos de los niños electrocutan mis nervios. Me equivoqué de cabo a rabo. Está organizadísimo en un crucero el entretenimiento de los más pequeños, a mayores que noté gratamente que eran niños bien educados, acostumbrados a viajar. No sé, algo funcionó maravillosamente. Fue una delicia la observación desde los padres con bebé a bordo llevándoles generalmente en mochila contra su pecho, hasta esos padres que enseñan a sus hijos a amar a la naturaleza y respetarla jugando con las gaviotas por ejemplo. Madres con libro en ristre sentadas al borde de la piscina mientras sus hijos hacen malabares en el agua. En los diversos comedores no se oyó el griterío infantil ni el llanto a destiempo. ¡Chapeau!
Por otra parte, en mi puesto de popa, observatorio oficial mío, pude clasificar el tipo de gente que va a un crucero que es variadísimo y llegué a la conclusión que había de todos los espectros sociales. Desde las almas solitarias, las familias enteras incluidas los abuelos, las pandas de amigos, las chonis de turno, los snobs que no se mezclan con nadie, la gente mayor que encuentra en el crucero todos los requisitos que requieren con su edad. Los que van a descansar. Los padres con hijos ya adultos y seguramente independizados que con ese viaje aúnan posturas y un cierto grado de convivencia. Esa gente que le gusta viajar, el ambiente de bailar beber, comer y que la cultura le roce lo justito… Con todo esto contado, ¿Recomendaría un crucero? Sí, rotundamente sí., siempre que persigas, claro está tres fines muy concretos: divertimento, cultura light y descanso.
¿Qué es lo que más me ha llamado la atención de esta ruta por el Báltico? La naturaleza, el amor que tienen estos habitantes por la vida al aire libre ya que el tiempo es muy reducido por el clima que tienen, y el amor a la cultura. He visto a muchos paisanos leyendo en parques y terrazas y la música en cada esquina. Ciudades tremendamente limpias y he presentido otro ritmo de vida totalmente opuesto al nuestro. ¿Bueno, mejor que nosotros? Distinto. Las costumbres de cada país vienen condicionadas por muchos aspectos en que la base educacional es la piedra angular o filosofal. Por ejemplo en Estocolmo la gente cuando se cansa de la ropa no la da o la tira; la vende. Igual hacen con los muebles. Muy amantes de las flores. Las que más he visto han sido macizos de surfinias. Cómo cuidan de sus mascotas…
¿Con qué ciudad me quedaría? Cada una tiene su encanto.
Tallin es un pueblecito medieval muy bien conservado. Si no supieras que estabas en Tallin, bien podrías pensar que estabas en cualquier ciudad de Baviera. Pero

Estocolmo me ha cautivado. Las catorce islas que conforman el núcleo urbano son maravillosas. El ritmo de la ciudad, una elegancia intrínseca. Presentí unos habitantes bien formados culturalmente.
Me quedo con tantas imágenes en la retina, en el trastero de la memoria para que calienten los largos días de invierno cuando el sol apenas amanece y la nostalgia barrunta tus sentidos.
Si he de elegir una para compartir con todos vosotros y poner broche a este bitácora de sensaciones de un viaje, os dibujaría la de un niño de cuatro años aproximadamente que iba en el barco. Su tez era negra zumbona, sus ojos dos platos asombrados, e inmaculadamente limpio. Dos escenas. Una en Tallin en la que se sentó en el suelo a escuchar una música dulce y cadenciosa que salía
de un instrumento rarísimo. Y la otra, ese mismo niño con una servilleta al cuello comiéndose un plátano mientras que con un dedito indicaba cada gaviota que veía. Sus risotadas hacían que el plátano saliera volando con cada gaviota.

Chicos, viajar, viajar aunque sea a la esquina de vuestra casa, pero viajar con los sentidos, con vuestras percepciones, pues será la riqueza que  engrandecerá la mente y el corazón.

2 comentarios:

Gabriel dijo...

Tallinn es mi ciudad preferida en Europa. Se me parece a una casita de muñecas. Enhorabuena por tus posts que, como siempre, son espectaculares.

Pedro Luso de Carvalho dijo...

Olá MªÁngeles.
Passeio magnífico o seu, com todo o conforto
e com as crianças bem calminhas. Felicidades.
Abraço.
Pedro.