¡Imposible, Imposible!, de
imposible ná, quillo…
Hay niños de todos los colores
y tú me contestarás “¡Imposible, imposible!”, pues existen en el arco iris de
las calles de Cái. Cosidos a un balcón, remendados a una barca que pescó una
ola, vestiditos de luz o chillando en la Viña.
Una mañana de levante en el
mercado de San Fernando, había un hombre apoyado en la barra del bar. Miraba al
amontillado que tenía en sus manos, buceaba en el sosiego y frescura de su agua
en calma tan pegada a su tierra y, levantando sus ojos de mar, me dijo”La gente
en Andalucía nace donde quiere” y entonces comprendí el arco iris de los niños.
Los niños del sur son de muchos
colores, “¡Imposible, imposible!”, me dirás, y yo te contestaré que los niños
son gente tan seria que no conocen lo imposible, y esto no es mío sino de Kafka.
Sí, los niños de Cái son bebés
tostados al sol, sonrosados al amanecer. En sus manos, los deditos juegan a
bulerías y seguidillas mientras que de los ojos se descuelga la brisa de la
marisma y de la boca el océano de mil matices.
En las calles de San Fernando hay
un niño zurciéndose a la espalda de su madre. Negro como un tahúr, dos lunas
encendidas que no esquivan sus presentes y, en su boca, una pequeña almendra
que sonríe según la miras.
“¡Imposible, imposible!”
Volverás a escupirme, sin embargo te agarraré de la mano y a la plaza del Rey
irás, donde Varela pone orden a sus palomas, también en San Fernando, quillo.
El bebé primoroso, vestidito de gala desde que se amanece hasta el ocaso. Lazos
y lazos, capotitas de puntilla de la abuela, zapatitos de muñeco y mofletes tan
rosas como vivarachos sus gestos. Cuelga de él esa alegría, alegría sureña que
solo Caí te regala.
¡Imposible, imposible!, verás
que tó es posible en esta tierra de mar, son y sal. Mira, mira, no te vayas,
ahí viene, sí, el joven parado, pero observa qué lleva en sus brazos. Sí, de humildes
pero inmaculadas polainas se tapan sus rollizos muslillos y ¡Qué carita tiene
mi niño, qué salaíto es! Es luz, es agua, está tostado al sol de Cái.
Vete, vete ya, que en Cái no
existe lo imposible, sino un arco iris tostaíto de niños al sol y el son del
sur.
¡Imposible, Imposible!, de
imposible ná, quillo…
5 comentarios:
Parabéns, Mª Ángeles, pelo sensível e belo conto. É sempre muito agradável ler os seus textos. Voltarei mais vezes.
Abraços.
Pedro.
Caí es el Macondo de aquí.
Besos.
Hacía tiempo que no leía tus cuentos e historitas.
Un arco ireis tostaiiiiito en verdad.
un abrazo.
Ambar
Una historia preciosa. Besos
Suena el son del sur entre tus letras y puedo ver ese arcoiris tostaíto...
; )
Besos y buen finde.
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