Las últimas rosas de mi jardín… Pronto
creceréis solas y abandonadas por el olvido, pero hoy me deleito de vosotras en
el sol de media tarde, ese que cae dorado, tierno y diciendo adiós a las horas.
Sois rosas maltrechas, maltratadas por calores desmesurados, pero los grados
templaron y lleváis semanas de esponjoso colorido. Rojas, amarillas y
anaranjadas. De capullo pasáis a pétalos de terciopelo y, antes de iros, os
arrugáis con la gracia de quien se sabe hermoso. ¡Ay mi jardín!, desde chiquita he
crecido a tus pechos, detrás de algún roble más de una lágrima he escondido, y
por tu césped han rodado las risas de hijos y amigos. Bajo la penumbra de la
noche, nos ha deleitado con tus aromas y el canto del grillo. Y hoy te me pones
guapo y acicalado para un adiós que no está lejos. Bajo ese sol que muta a
membrillo, el verde de tus pies es musgo tierno, las flores son más rojas y el
infinito más lineal. Siento abandonarte, pero tú ya sabes que la vida es una
estación de tren donde unos suben y otros bajan. Tú me dices “Hasta luego” con
un ramillete de tus mejores rosas mientras ya te vas meciendo en esos silencios
largos en que dormirás los meses crudos del invierno hasta estallar en
primavera con nuestro reencuentro.
En estos días ha vuelto a salir el sol, el viento para sus aspas y muta a conciliador, y los pajarillos han decidido también despedirme alargando sus trinos subidos a los pedestales de unos árboles aún vestidos de hojas de verde desmaquillado, ambar y rojizas.
En nada, volveré a escenarios agobiados de prisa y belleza prefabricada, y mi cuerpo se refocilará de premura y desgana, mugre y hollín de la gran ciudad porque el futuro, aún no escrito, me espera, y para poder avanzar y seguir tartamudeando mi propia historia, he de quedarme quieta, quizá mirando las últimas rosas de mi jardín.
En estos días ha vuelto a salir el sol, el viento para sus aspas y muta a conciliador, y los pajarillos han decidido también despedirme alargando sus trinos subidos a los pedestales de unos árboles aún vestidos de hojas de verde desmaquillado, ambar y rojizas.
En nada, volveré a escenarios agobiados de prisa y belleza prefabricada, y mi cuerpo se refocilará de premura y desgana, mugre y hollín de la gran ciudad porque el futuro, aún no escrito, me espera, y para poder avanzar y seguir tartamudeando mi propia historia, he de quedarme quieta, quizá mirando las últimas rosas de mi jardín.
1 comentario:
No te quedes quieta, llévate esas rosas en el alma y sigue avanzando.
Besos
Publicar un comentario