Unas cosas llevan a otras. Un pensamiento recala
en otro. Total, un buen día nos damos cuenta que somos el fruto de una cadena.
Una cadena que vamos construyendo nosotros. Unas veces a velocidad de crucero.
Otras, con ansia y una prisa que tragas sensaciones sin haberlas masticado.
Muchas, pasan desapercibidas. Sin embargo soy de los que opina que la vida nos
da alguna oportunidad más para enmendar nuestros despistes, errores, meteduras
de pata, nuestra desidia y olvidos. Y ahí es cuando damos el Do de pecho. Quizá
no arregles nada, incluso lo estropees más. A mí me nace una sensación muy
romántica, tan apasionada y novelera que no me puedo desgajar de ella. Muy por
el contrario, caigo seducida en sus redes.
Y caigo porque mi vehemencia me lleva a
equivocarme tantas veces que me paso media vida perdonándome y tratando de
reconstruir mis pasos y cada nueva luz que llega pienso que el nuevo día me
brindará esa oportunidad que desperdicié.
¡Cuántas veces me he ido a la cama con los pensamientos
rotos!, y cuando he despertado he recogido los pedazos poniéndome a
reconstruirlos. Otras los he guardado en el cajón de la memoria para mejor
ocasión; todo menos rendirse.
El otro día estuve con mi editor, no le encontré
acelerado como es su costumbre por las montañas de asuntos pendientes. Me quejé
suavemente de ser una don nadie en el panorama literario, lo mucho que me había
espachurrado la sesera en darme a conocer y que ninguna puerta se me había
abierto. Incluso había estado machaconamente en las librerías para que
expusieran mi novela Sevilla…Gymnopédies en los escaparates…Habían preferido a
Carmen Posadas; lo comprendo, es más, es lógico, las habichuelas se las va a
dar Carmen Posada no Mª Ángeles Cantalapiedra. Seguí hablando sobre mis descontentos,
demandas y lamentos de manera tranquila y pausada pero llegó un momento que me
di asco de tanta ñoñería por mi parte “El que mucho se queja, termina siendo
odiado y apartado”, me dije. Resoplé, me levanté y me fui a la calle y ahí
quedó la cosa.
Llegué a casa y me puse a hacer un video
publicitario casero. Mi prima Blanca me dijo que muy mono pero que las letras
no se veían un carajo. Tenía toda la razón. Desanimada me fui a la cama.
Pero ayer alguien habló de la navidad, esa
estación de quince días que cada vez la odia más gente por generar
desencuentros, gastos inútiles ¡Y qué narices!, porque ya no se cree en ella.
Como siempre yo nadando a contracorriente ¡Me
encanta la navidad!, veo en ella tantas posibilidades y positivas que me niego
a renunciar a ella, ¡allá cada cual!, más desde que cayó delante de mis ojos el
anuncio de la lotería de navidad de este año… Mi cabeza alocada una vez más
registraba los Input/output de las posibilidades macroeconómicas de mi novela
“Sevilla…Gymnopédies” mientras que mi yo “Rendirse jamás del peluquín” se
espachurraba en hacerse notar para que
la gente tenga en cuenta mi novela, la conozca, la done a un amigo, a
una tía abuela, a su vecina…,yo qué sé.
Y me puse manos a la obra con el mismo frenesí e
ilusión que cuando saco a la niña que llevo dentro.
“El no ya lo tienes, pero no te rindas” Este es mi
nuevo lema. Ahora tal vez no escriba mucho por estar inmersa en mi nuevo
proyecto de sacar cada día un eslogan; he leído mucho estos días sobre el
impacto emocional, probaré si he aprendido algo.
“Jamás te rindas” Seguro que hay una segunda
oportunidad esperándote.
¡Mueve el culo!
2 comentarios:
Ángeles, claro que sí, mira sabes que? Buen consejo yo también tengo un lema
Si quieres algo ve por ello
Lo único que cae del cielo es la
Lluvia.
Y no tengo ni editor Jajajajaja
Pero soy escritora o aprendiza
No editada eso si
Asique palante mi niña
Un abrazo
Ángeles, claro que sí, mira sabes que? Buen consejo yo también tengo un lema
Si quieres algo ve por ello
Lo único que cae del cielo es la
Lluvia.
Y no tengo ni editor Jajajajaja
Pero soy escritora o aprendiza
No editada eso si
Asique palante mi niña
Un abrazo
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