viernes, octubre 14, 2016

RETRATO DE MUJER 5

Manuela es una mujer frustrada. Jamás se ha sentido saciada, pero la imagen que desea dar a los demás es un trampantojo demasiado estudiado que  cuando se enfrenta a sí misma delante de un espejo ve su otra verdad.
Solo de niña fue feliz. A veces, cuando la desdicha se cierne en su ánimo de mujer vacía, cierra los ojos y se ve trotando por el paisaje asturiano en aquellos años de eterna vacación veraniega, creciendo a la sombra de su hermana, esa chica menuda, segura, jovial y eterna parlanchina. Por el contrario, Manuela era callada, gordita, sosa, insegura, pero era inmensamente feliz. Su padre la rodeaba de tanto amor que era imposible que las nubes la implicaran en cualquier desdicha.
¿Cuándo comenzó a sentirse fuera de juego en la vida que la había tocado vivir? Ni ella misma lo sabe. A los trece, a los dieciséis…, hay un momento de ruptura entre el antes y el después. Quizá fuera aquel chiquillo de gafas redondas y pelo rizado del que se enamoró locamente, o al morir precipitadamente su padre, o al ver una madre insufrible, o los éxitos de su hermana, o esa amiga loca que tenía con la que ella se identificaba en cuerpo y alma, no se sabe. Pero Manuela comenzó a experimentar un sentimiento de frustración, una angustia vital, que no la dejó crecer como persona, aunque delante de los demás iba campeando su fiasco, sus desengaños, sus complejos, todo cada vez más acuciantes.
Se centró en la vida material, en el dinero, como si eso la fuera a dar seguridad, identidad y autoestima. Incluso con el primero que pasó por su lado se casó con él, al menos sentía que sería la primera en casarse de sus amigas; en algo sería la primera, pensó. Aquel hombre la amó, la amará eternamente, pero ella jamás le querrá. No puede pues es a otro hombre al que quiso, pero eso nadie lo sabrá jamás.
Sufre, transige en su dolor punzante de ser lo que nunca quiso ser ni vivir. Calla, vive a través de los otros, de sus vidas. No sabe hacer otra cosa. Sus complejos, sus miedos, sus celos y envidias, no la permiten avanzar hacia una vida auténtica y suya. Su vida es una pura mentira que se guarda para sí. A veces piensa que es la única forma de sobrevivir, la manera más real de cubrir sus desengaños, los reveses a los que se tiene que enfrentar cada día.

Se conforma con reír, se apresura a absorber hasta el último aliento, gozar y disfrutar como si todo en ella fuera real, aunque cada noche, cuando apaga la luz, varias o muchas lágrimas recorran su corazón.

1 comentario:

Macondo dijo...

Debe ser triste vivir como de prestado en la vida de los demás.