“En la vida misma es
de sabios no decir nunca de este agua no beberé, porque igual algún día tienes
que beberla o morirte de sed. En política, el no más inteligente es
el que sirve para iniciar una negociación…”Santos Juliá
No es un día que amanezca brioso precisamente, hasta el cielo posee hoy sus partes sombrías. No tengo palabras para ajustarlas a un pensamiento nítido, no sé cómo expresar aquello que corre por mis ríos internos.
No es la capacidad humana
de un no al consenso la que me preocupe, sino lo que se pierde por el camino de
la cerrazón a un no. Simple, rotundo, tan plástico.
Se dice que caminando sobre nuestros errores convertidos en
heridas sangrantes nos hacen desvelar la verdadera razón de nuestro no que nos abocó a un desastre. De ahí
a corregir un no en un tal vez, en
un sí.
Pero no siempre lo hacemos y, por tanto ante un
convencimiento, tratamos de estrellar nuestra actitud seguros de que nuestra
posición es justa, loable, limpia, certera.
No siempre el fracaso, la
equivocación de otros, sirve para que los que estamos en la otra orilla
aprendamos que algunas conductas que se tiznan cainitas, nos despojen de
equívocos. ¡Qué va! No aprendemos,
ni siquiera cuando la dignidad, nuestro baluarte, nuestra bandera íntima y
personal, está herida de muerte.
La incapacidad a no
reconocer nuestros errores o la certeza de los otros con los que convivimos, es
la que nos hace perder tantas personas, situaciones, experiencias, valiosas
para nuestra vida.
Ayer aprendí algo para mi vida personal: un No, no me puede alejar de mí mismo, de
lo que quiero en ciertos momentos. La vida es demasiado frágil, volátil y
efímera. Mi No puede arrastrar tras
de mí a muchos que desean un Sí. O me retiro con dignidad con mi No, o trato a mi No
convirtiéndolo en Sí para bien de la comunidad en la que habito.
No es un día que
amanezca brioso precisamente ni para unos ni para otros. Hoy han aparecido
fantasmas del ayer a los que dije rotundamente “No os quiero ver”… Y aquí están recordándome aquel trágico No. Nunca debes decir rotundamente de esta
agua no beberé pues la idoneidad de
olvidar y perdonar es el gesto, el compañero ideal, que nos ha de acompañar en
nuestra singladura.
1 comentario:
Estoy de acuerdo en que nunca se debe decir de este agua no beberé, porque puede apretar la sed y porque nunca se sabe que nos depara el futuro. La terquedad y la rigidez en las ideas no es digno del ser humano que como ser pensante, alguna vez puede cambiar de opinión, puede olvidar o puede perdonar, como bien dices.
Me gusta tu escrito. Recibe abrazos
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