Anoche estuve viendo una película típica de estas fechas y que en
televisión te las ponen igual que si se tratara de una máquina de hacer
churros; una detrás de otra. Mucho Papá Noel, buenas intenciones, el familiar
pestiño que no aguantas y que te lo comes con patatas sí o sí, propósitos para
el nuevo año… Y ahí se me encendió la bombilla del intelecto, ¿cómo ha sido mi
año que termina? ¿Se cumplieron mis expectativas?, ¿Tengo propósitos para el
nuevo año? ¡Ay, la madre del cordero!, no tenía nada del pasado, ni del
presente y, menos, del futuro.
Eran altas horas de la noche cuando me puse a recapitular; dos columnas, la
buena y la mala… La noche tiene su lucidez especial donde entran los fantasmas,
donde se acrecientan los malos rollos. Sin embargo la vena emocional es más
proclive a descubrir esa sensibilidad solapada en algún rincón de nuestro ser
que nos acompaña en borrascas y días de sol interminables. Aparece el niño que
guardamos tatuado en el corazón por mucho que digamos que somos adultos… ¿Qué
sería de nosotros si no sacáramos al niño que fuimos de vez en cuando a hacer
trastadas, a ver con esa mirada angelical que aún nos quedan muchas cosas por
descubrir, a que todavía hay gente estupenda, a que no todo el mundo es malo y
no se debe desconfiar de todo y de todos…? Ya en la madrugada honda aparece ese
sentido del humor que te hace recordar, a veces muerta de vergüenza, por una
metedura de pata, por un despiste, por aquella risa incontrolada, provocada
seguramente por una bobada… Y así me ha llegado el alba con todo escrito y lo
que escribiré para los doce meses que en apenas cuarenta y ocho horas se
estrenarán; una película cuyo director es la vida, pero no olvidemos que
nosotros somos los actores principales y que de nosotros depende que sea una
buena interpretación o no.
Mi abuela decía que de todo hay en la viña del Señor; pues sí, es verdad,
pero que conste en acta que quiero para vosotros los que me leéis y para mí
muchíiiiiisima simiente de salud, sin ésta no nos va a germinar nada de nada.
Unos cuantos kilos de humor; pongamos muchos, de esto no hay que escatimar pues
te da oxigeno para encarar los días abruptos. Amor, de esto bastante, pero que
sea de calidad. Ya sabéis lo que decía Coco Chanel “Menos es más”… Y por
último, un poquillo de dinerillo; primero a los que menos tienen, ¿vale? Y si
sobra, que no sobrará, Para el resto.
Muchísimas gracias, amigos, por haberme leído en este año que termina, de
corazón, muchas gracias.
¡Feliz año 2015!
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