… Y la oscuridad la
invade. Cuando el pánico acecha y el miedo irrumpe en su cuerpo, entorna los
ojos para esconder sus secretos bajo los párpados. Entonces, la mente rebusca
sus mecanismos de defensa hasta encontrar el paraíso donde restaurar los daños
colaterales de ese temor, de ese horror que la deja sin respuesta a la vida…
Entre cirios y
volantes, salmorejo, gambas y jamón, bajo un cielo pintado de azul, el sol
cubre su cuerpo dulcemente. No quema, sólo acaricia y, mientras este sol tuesta
al ánimo, el murmullo del mar, el aroma a sal y algas, van templando las lágrimas
que se han escapado del desasosiego y de la fobia.
Poco a poco,
lentamente, va regresando a la vida. Está desfallecida, pero una tenue y
liviana sonrisa se escapa de su boca; lo malo ya ha pasado y ha vuelto a
vencer.
Se incorpora, se
lava la cara y sale al mundo vestida del resplandor de la luz en la marisma
invernal.
1 comentario:
Las tinieblas esconden todo aquello que nos atemoriza. El miedo se desnuda en la noche.
Un abrazo grande, amiga.
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