Los únicos ruidos
que quedaban, en esa madrugada mía en la que deambulaba por las horas buscando
el sueño que no aparecía, eran el sigilo del humificador y el tic-tac del reloj
que siempre se queda a velar la noche conmigo cuando, de repente, un libro cayó
al suelo y de él emergió una de esas fotos que se me antojan fantasmagóricas, que quitan el aliento y encrespan al susto.
¿Quién había puesto esa foto allí? Pero según me hacía la pregunta encontraba
la respuesta; en la primera página firmaba un tal Braulio con la fecha
veintiuno de agosto de mil novecientos diecinueve. Entonces recordé que en mi
juventud fue cuando empecé a aficionarme a los libros añejos, y fue precisamente el
profesor de latín, el bueno de don Fulgencio, quien me lo regaló; una suave
sonrisa de agradecimiento acarició el recuerdo de aquel curilla sacado muy bien
de una obra de Mihura o Jardiel Poncela.
Volví a mirar la
foto, y mira tú por donde, me di cuenta que hacía días que mirar yo miraba,
pero que hasta ese instante no había visto nada de nada; tal vez las musarañas
me lo habían impedido.
Al día siguiente fui
a ver a mi madre y con el afán de entretenerla, saqué del bolso la foto y le
dije “Mira”… Ella después de unos segundos me dijo “Hoy, hija, no veo mucho,
mírala por mí”… Me quedé cortada, a veces se me olvida que cada vez la luz
parpadea más en los ojos de mi madre, pero rápidamente reaccioné y dije “Tranquila,
mami, yo veré por ti… Te cuento: es una foto hecha en una hora en que el
horizonte ha cerrado sus compuertas y deja al sol fuera de su espacio.
Entonces, éste, malhumorado, lanza fuego sobre el mar, que calmoso estaba pero
que, al sentir las llamaradas, se lanzó sin aliento sobre la playa y el único
árbol que había, por cierto una graciosa palmera, se retorció, la pobrecilla,
de dolor… ¿Qué, qué te ha parecido, mamá?” Ella intentó mirarme de alguna
manera y terminó contestándome “Pues, hija, qué me va a parecer…, una sucesión
de bobadas, una detrás de la otra”… Lanzó un suspiro al vacío y concluyó “Cuánto
más mayor eres, más tonterías dices”… Concluida su crítica, destructiva como
siempre, no voy a pedir peras a un platanero, ambas nos echamos a reír.
2 comentarios:
:)
Más tierno imposible.
Dos estrellas juntas.
Besos.
Te has puesto la mar de poética con la foto y tu madre esperaba una descripción telegráfica. Lo importante es la comunicación entre ambas.
Un abrazo.
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