POR LOS QUE SE FUERON, POR LOS QUE ESTÁN Y POR LOS QUE SERÁN

Llueve y a ratos cae agua nieve sobre esa ciudad que cada día que pasa la faltan más rostros de mi niñez con los que crecí al amparo de la niebla invernal donde he mecido tantas tristezas, tantos recovecos de tropiezos y lágrimas. Y, así, voy rellenando las últimas páginas del calendario que se acaba. Apenas treinta y seis horas y tendré la fortuna de comenzar a escribir un nuevo año. Sin muchos rostros de ayer que paulatinamente se fueron bajando en sus estaciones para no volverse, nunca jamás, a mi tren dorado. Os echaré en falta, no os olvidaré porque fuisteis parte de mí en algún momento, pero yo he de seguir con la fortuna de las cuatro estaciones viendo llegar la hoja en el árbol de mi vida para después darme cobijo en el estío y, más tarde, recoger su fruto en la tierra otoñal y, luego, ésta adivinarla bajo la niebla zumbona para, así, volver y volver a la rueda de mi destino.

Recapitulo mis últimos doce meses ahuyentando los miedos, iluminando los muchísimos pasajes, a cual más hermoso, que tuve la fortuna de vivir. Rostros que me acompañaron compartiendo risas y silencios… Un año más me aleja de mi infancia para peinar canas, escribir letras torcidas y sentir como la vida pasa.

Me siento beneficiada por la diosa fortuna, aún en mis imperfecciones, he sido capaz de hacer algo bueno, ahora no lo recuerdo, pero seguro que lo hice, aunque recibí más de lo que di por eso digo que en este año que se acaba tuve suerte y he de reconocerla. Aumente corazones que perdí en algún momento, los amigos (menos uno que partió hace días para cerrar de una vez la mala suerte que la acompañó toda su existencia) han permanecido a mi lado; me han aguantado ¡qué ya es decir su mérito!

Las campanas de un convento cercano dan las ocho y la luz duerme en el horizonte tapado entre niebla y lluvia ¡Así es mi tierra!... Sólo me queda, pues, beber con vosotros pequeños sorbos de agua, vino o champán, qué más da, lo importante es compartir con vosotros mis últimas hojas del 2013 y abrir el nuevo año, también, con vosotros. Desearos, desearme, que nuestros pasos no hierren en los demás, o lo menos posible… Desear, además, que el buen humor y las sonrisas no desaparezcan de nuestras nuevas hojas de ruta, y que la bondad, comprensión, y paciencia, no las dejemos de regar para que no se marchiten.