¿Alguna vez habéis sentido la necesidad irrefrenable de
tirar todo lo material que hemos acumulado durante años por la ventana y comenzar con lo mínimo imprescindible? Yo
muchas veces aunque el pasado lunes desee tirarme yo misma al entrar después de
casi cinco meses en mi casa de Madrid.
Las familias aumentan y disminuyen dependiendo las
circunstancias, y la mía había aumentado y con ella todos “sus chismes”… Según
miraba aquel caos de maletas, ropas y trastos me noqueé como en un combate de
boxeo; comencé a fumar sentada en una caja buscando fuerzas, comprensión y
orden sin encontrar ninguna de ellas. Sólo era capaz de echar la culpa a la sociedad
de consumo liberándome, así, de semejante despilfarro, pero no hallé la paz
porque de sobra conocía mi querencia al consumo así como la del recién llegado…Al
rato, miré a mi marido que estaba tan mudo como yo y tartamudeé “Vete a los
chinos a por cajas de plástico” como si ese paso fuera la solución. El hombre,
obediente marchó y volvió con el encargo y me pregunté “¿Y ahora qué?” Y de la
misma manera que había llegado el agobio, apareció ese espíritu que llevamos
dentro para los casos extremos no dejarnos hundir como el Titanic, y emprendí
una de las tareas más arduas mientras que me decía “Ángeles procura dejar lo
indispensable”
Treinta y seis horas vaciando, colocando, tirando… Al llegar
al final, me sentía francamente bien; había logrado dominar aquel caos, y la
promesa firme que la materia, la maldita materia, no volvería a mi vida, al
menos, en un tiempo (no me fio ni un pelo de mí misma, y como dice el Papa Francisco,
yo también soy “una pecatore”)
Una vez más comprobaba que la sensación de desprenderse, no
solo duele, también te libera porque, por ejemplo, ¿para qué queremos
trescientos vasos si sólo utilizamos doce, o quince pantalones si solo te pones
tres…? Con ese ahorro podríamos ayudar a otros, ¿no? Lástima que esta actitud
solo salga en contadas ocasiones
3 comentarios:
Pues, sí. Como leí el otro día: "Hasta ahora hemos estado echando horas y horas trabajando en algo que no nos gusta un pelo para comprar cosas y más cosas que no necesitamos en absoluto"
De una manera autómata hemos estado soplando y soplando el globo sin creer que por lógica alguna vez haría pum!
Ahora, el que más y el que menos, tenemos esa cara de sorpresa que queda cuando se para la música y te dicen que es la hora de cerrar...
Querida amiga, yo que tú no tiraría nada; pero nada, nada, nada, jaja.
Besos.
Yo tengo ese síndrome.
Es lo opuesto al síndrome de Diógenes.
No guardo nada.
Lo tiro, o lo regalo o lo que sea.
Soy un minimalista de corazón.
Besos.
Mi querida amiga
Gráfica y contundente, así es, de vez en cuando desprendernos de tanta materia nos libera también. A ver si yo lo logro aunque sea con mi escritorio.
Besos guapa.
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