Ayer fue mi cumpleaños; un año más. Pilar me había traído castañas de
Galicia; tienen el color del chocolate y a poco que las atuses, el castaño
brilla aún más… La verdad es que según las saqué de la bolsa me susurraban
“Cómeme”. Pensé en mi madre que opina que una castaña bien asada, además de un
manjar, su calor entre las manos es reconfortante, y el aroma que despide es
una delicia.
Sin embargo, me daba pena comernos las castañas…, a veces soy así de
estrambótica. Las miré, las remiré, y entretanto comenzó a llover; un autentico
día otoñal, así que sin más dilación decidí que antes de comernos las castañas,
este sencillo fruto del otoño sería el perfecto anfitrión de una tarde de
amigos, risas, regalos, besos y bromas. En el lavabo del baño puse a forma de
trébol un pequeño nido de castañas; en el hall de la bodega otro nido y, por
último, en la bodeguita de la
Lola , castañas en la barra, castañas al lado de La Esperanza de Triana.
Todos se dieron cuenta de su presencia alabando la idea aunque la lluvia
por no abandonar a las castañas seguía en sus trece cayendo, eso sí,
silenciosa, en un suave vaivén que cada vez que salías a tomar el aire te
acariciaba, bueno, me acariciaba a mí porque mis amigas maldecían su presencia.
Fue un día bonito, de esos que cuando en el invierno te sientes al calor de
una mesa camilla y la nostalgia me invada por la lejanía de mi gente, me
gustará recordar como aquel veintisiete de septiembre al abrigo de unas
humildes castañas, y con la luz de las velas parpadeando al lado de mi virgen,
unos cantaron “el cumpleaños feliz” y otros la salve rociera, por cierto, muy
mal, con muchos gallos y loros de por medio.
PD. Por cierto me regalaron un tarjetón que versaba lo siguiente: “No te
pongas triste cuando nadie se da cuenta de todo lo que haces bien. Después de
todo, el sol da un espectáculo precioso al amanecer y, sin embargo, la mayoría
de la gente están durmiendo (no es tu caso madrugadora)” Fue el colofón para un
día entrañable.
2 comentarios:
¡Mecachis! Me ha pasado como en eso del sol. Pero bueno... Por fortuna, he llegado a tiempo, porque siempre hay 24 horas de gracia.
Muchas felicidades, amiga.
Sigues escribiendo como los ángeles. Ojalá sea por muchos años.
(No te invito a café ni ron, porque ya sabes que voy de hípertenso; pero siempre habrá un zumito, jaja)
Besos
Que de tiempo sin pasar por aquí. Felicidades!
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