jueves, septiembre 19, 2013

PIEL DE OTOÑO

Se va aunque no lo quieras ver; en la ciudad a pesar que los edificios y el asfalto lo tapen, la luz te guía y te habla de un adiós que no admite retrasos.
En el campo es distinto porque todo te habla; no hay más que sentarte a contemplar y mirar con ojos despiertos. En la mañana, la luz se adormece despidiéndose por estos Lares tan temprano que  tu piel se encoge y tus ojos se oscurecen.
La tierra está húmeda de ausencias y, aunque la flor se resista, tiembla ante su caída. El jardín se plaga de sombras tristes y largas; la melancolía te envuelve al murmullo de los últimos pájaros. Los árboles mudan su color, mutan hacia el sueño invernal.
En casa de mi amiga se oyen las campanas; dan los cuartos, la medias y las enteras, suenan como siempre, pero ahora tú las escuchas diciendo adiós al estío. No las sientes cantarinas sino recogidas, íntimo sonido que se cuelga dentro de ti.
El sol del medio día ya no abrasa sino entibia tu voz, y el aire en la tarde bambolea el fruto de tu manzano cayendo a esa tierra tan castellana como recia.
Las calles permanecen mudas de veraneantes; no están los niños y sus juegos estivales, y el agua de la piscina tan trasparente y turquesa comienza a verdear en el olvido.
Las ventanas son ya farolillos; asómate y verás al niño crecido con sus ojos encerrados en el libro que huele a tinta sin estrenar. La madre plancha, guisa y retoza con sus retoños; la espuma de la bañera es ahora el agua que calienta la piel del otoño.
Pero, aún en el sur, las olas juguetean y el visitante no es tan joven, es piel de añadas que ganaron su descanso.
Sí, se va el verano con el eco de ese amor furtivo, la música playera y el olor a heno y salitre. Se va con sus colores tan vivos y alegres que nos cuesta soltarnos de su arco iris.
Mi piel clarea mientras escucho el llanto solapado de un muchacho que perdió su ilusión; le miro y le remiro tratando de ahuyentar mi propio llanto… “Si fuera verano” me escucho decir, pero es el otoño quien llama  a este muchacho apesadumbrado por sus penas, tan hondas, que no veo cómo arrancar sus raíces.

“El tiempo es sabio” Me digo mientras abro las ventanas para que entre la nueva estación y, así, renueve las esperanzas y esas ilusiones que hacen mantenernos en la difícil cuerda de la vida.

1 comentario:

Ernesto. dijo...

Si que da de sí el otoño en tu vida...

Me quedo con la palabra pues no he profundizado mucho en el sentido que puedas darle. Será en otro momento.

Tanto encuentro con tu otoño me ha recordado la palabra "tarde" en los versos de Machado.

Y hasta aquí Mª Ángeles... Salgo!