viernes, septiembre 20, 2013

ADMIRACIÓN DEL VERBO RECONOCER

¿A cuánta gente admiras? Esta pregunta me ha revoloteado dentro de mi cabeza muchas veces, pero nunca me he respondido. Sin embargo esta mañana mientras amanecía entre la luz rojiza del alba han pasado silenciosos varios personajes dignos de una mención especial. Todos ellos imprimen su sello especial en mi vida y, aunque a mí personalmente el entorno me condiciona mucho más de lo que yo quisiera, ellos por el contrario, aún a sabiendas de esa presión de la que nadie se escapa, conviven con ella en armonía  sin traicionarse así mismos, aunque las tentaciones se presenten en sus puertas cada dos por tres.
Mi marido, por ejemplo, dentro de todos sus defectos como cualquier persona, posee grandes virtudes que no me dejan de sorprender a pesar de los años que llevamos juntos porque la vida quieras que no te corrompe, sin embargo a él sus pilares siguen tiesos como varas: no miente, es honrado, amigo de sus amigos, generoso, no habla mal de nadie… Y fijaros que esta última cualidad la llevo muy mal porque mucha gente se ha portado mal con él para que su garganta estallara y dijera más de un improperio, pero no, nunca.
Mi amiga Aurora, es una ceniza convencida, sin embargo su nobleza, su respeto hacia los demás, su prudencia y discreción, se levantan como soles a su alrededor; estar con ella es sentir credibilidad.
María Jesús… Es una mujer completa. Claro que tiene defectos, pero sus virtudes son tantas que las manchas no las ves. Posee arrestos para luchar y salir adelante; personaje positivo donde los haya, con las ideas claras y mente bien amueblada. Para ser feliz no necesita nada material, la armonía con los suyos es su secreto a voces. Nada le viene regalado, desde que se levanta hasta que se acuesta está en permanente lucha.
Ignacio, mi hijo mayor, ejemplo de superación a través de la disciplina… En mi baúl de la suerte tengo muchos más ejemplos para mi regocijo, sin embargo a menudo no sabemos ver ni sentir adecuadamente haciendo hincapié exclusivamente en las manchas oscuras que recorren a las personas.
Mi amiga Pilar un día se enfadó mucho conmigo porque todo lo que la decía sobre ella era negativo; yo me justificaba explicándola que lo único que perseguía es que ella fuera mejor… Pero con el tiempo comprendí su reprimenda. Si fuéramos capaces de ensalzar lo bueno de los demás, todos ganaríamos porque cuando alguien te habla y te recuerda que eres estupendo como que tu caminar se hace más alegre y seguro.

En fin, resumiendo, es fin de semana, disfrutad de vuestra gente y recordadles lo guapos y altos que son, ¿vale?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Admiro a una persona a la que no conozco en persona ni sé su nombre... Por su bondad.. Por su interés en ayudar al prójimo sin esperar nada a cambio... Por su inteligencia y mirada perspicáz por encima de todo y todos cuál águila que observa en las alturas sin tomar parte de lo que observa... Por su gracia para decir las cosas y su humor aún en los momentos más difíciles... Por el respeto que manifiesta hacia los demás... En fin... or tantas cosas que me sería imposible de detallar... Gracias por este espacio y muy bella tu reflexión!!! Te mando un fuerte abrazo desde Argentina!!!