domingo, septiembre 08, 2013

ILUSIONES Y DECEPCIONES

El día, aquí en Castilla, ha amanecido gris; unas nubes van y vienen cambiando el color del oscuro al claro. A veces hasta el sol intenta hacerse hueco en este paisaje de luces cenizas; tal vez la mañana está como el ánimo de los españoles. Pues sí, nuestros ánimos llevan tiempo bajo mínimos porque el horizonte se nos ha achicado tanto, que seis millones de ciudadanos ya no lo tienen.
Sin embargo, no sé en otras naciones, pero en la nuestra pronto sacamos asideros a los que sujetarnos  aunque sea mientras nos tomamos ese vinito que tanto nos gusta. El ingenio español para hacer un chiste es único; no han pasado cinco minutos de alguna noticia “chusca”, cuando ya está rodando en los espacios de las ondas  alguna gracia sobre el asunto del momento.
Las últimas cuarenta y ocho horas estábamos con una ilusión.
Ilusiones  que nos hacen bien a nuestros ánimos, ilusiones por las que miramos al futuro con benevolencia, con la esperanza que algo cambie, y vayamos saliendo de ese pozo sin fin en el que se ha convertido la vida para prácticamente todos los españoles; el que más o el que menos, está tocado por la varita de la mala fortuna. ¿Quién no tiene un amigo, un familiar, que no haya sufrido esta mala racha? Pero en estas últimas horas estábamos animosos, los medios de comunicación nos bombardeaban a que estuviéramos expectantes y animosos, y todos cogidos de la mano hacíamos corro entorno a Madrid; el cuento de la lechera se nos da genial, y a él nos sujetábamos haciendo cálculos de prosperidad. Pero ayer, pasadas las ocho y media de la tarde, noventa y cuatro jueces nos juzgaron y nos mandaron a “la puta calle”, vamos, donde estamos desde hace bastante tiempo.
Minutos siguiente, jurábamos en arameo, las madres de esos noventa y cuatro estaban muy solicitadas y… poco a poco fuimos agachando las orejas, y aceptando ese no que tanto escuece y al que estamos tan acostumbrados.
¿Y? Sí, los españoles no gustamos por ahí afuera, por lo que sea, pero no gustamos. Es triste, sí, pero nadie nos quita nuestro buen humor, nuestra sonrisa, ni nuestro Nadal, Gasol, selección, Alonso, nuestras chicas de natación, ni muchísimas cosas más. Que no, no nos acomplejemos porque “España es diferente” y a mí me gusta ser española y diferente. ¿Qué tenemos mala suerte? Pues sí, pero nos damos cancha para seguir riéndonos que es sanísimo, y hace las penas menos gordas. Si no, ahí tenemos la mofa de turno con la señora Botella y el inglés de marras, si hasta he leído poesías dedicadas a la insigne señora.
No pasa nada, mañana será otro día…
Letrillas de Jesús Arroyo para una sonrisa
Sra. Alcaldesa de esta villa que es Madrid:
Ante usted y ante la villa,
ante el pueblo de Madrid,
voy a decirle cosilla
que no gustará admitir,...
pero me importa ladilla
lo que opine usted de mí.

Ese inglés de pacotillla
por decir que sabe inglés
¿lo aprendió con zapatilla
o en el liceo francés?
y... otra cosa de cotilla
¿no será por la sordez?

Me refiero a la cosilla
de responder un revés
y equivocar al plumilla
cuando preguntó el porqué
se merecía esta villa
la Olimpiada retener.

Ay, Botella, en esa silla
de alcaldesa de Madrid
que le puso su costilla
ordenando al Albertín...
hay que quitarse caspilla
y aprender inglés al fin.

"Salga, usté, Señá Botilla,
váyase con su mercé,
el CheMarí, de esta villa
que no la quiere ni ver
y deje la butaquilla
a corregidor de bien".

1 comentario:

MarianGardi dijo...

Querida amiga, la botella hay que tirarla al mar para que rebote en el agua con un mensaje dentro.
El 28 de este mes un sábado a las 18 horas estoy en Madrid en el Café Comercial, Glorieta de Bilbao, presentando mi segundo libro, un Ensayo.
¡¡Cuanto me gustaría que pudieras venir!!
En mi blog tienes toda la información.
Un abrazo querida amiga y compañera de letras