Cuando dejé de trabajar, fue como si mi garganta se hubiera
sellado para emitir sonidos malsonantes, así como “Coño, cojones, puta, cabrón…” Mi madre descansó al fin
pensando que su hija volvía a ser la señorita de provincias de toda la vida, y mi marido dejó de decirme "Esa boca hay que lavarla con jabón"…
Sin embargo, os diré que las echo de menos porque son completísimas y, al
emitirlas por tu boca, es como si toda
tú te llenaras por una parte de enorme satisfacción y, por otra, descargaras un
tremendo fardo de indignación… Pero hoy
doce de febrero he decidido retomar la vieja costumbre, al menos por un rato.
“Mente sana, in corpore sano” Imposible en mi caso ya que
cada vez que mi cabeza reflexiona sobre lo que está pasando por estos pagos de
Dios llamados España, es tal volumen de cabrones sueltos (Significado de cabrón
en el diccionario: se aplica a la persona perversa que juega malas pasadas, proxeneta,
chulo…) que mis sesos se congestionan al no poder digerir tanto sinvergüenza
suelto que está jugando con el españolito de bien, que hay muchísimos,
dejándole en la ruina, sin trabajo, e hipotecado con suerte hasta la tercera
generación de su estirpe… Gracias a Dios (Pobre Dios metiéndole en estas
ensaladas tan mundanas) los españoles somos fantásticos y seguimos “palante”
con humor, ganas, y fuerza a pesar de todos estos cabrones que, por desgracia, cada día son más (y lo peor es que ni se van ni devuelven lo que es nuestro)
Y, como se me da bastante bien mezclar churras con merinas,
ahora emplearé el adjetivo o adverbio
(según se utilice) para hablar de una mujer cojonuda, que hay muchas, es
cierto, pero hoy es su día, y gracias a ella hoy mi garganta se ha puesto a
devorar palabras malsonantes, pero que cuando las dices ¡Te sientan tan bien!...
Corría el año dos mil cuando la conocí y, la verdad, para lo retorcidas que somos
las mujeres (a veces, sólo a veces) lejos de sacarla taras, me gustó, y desde un
principio la admiré por esa determinación segura y directa, unas ideas claras y
transparentes, un carácter afable y cercano, honrado, que hacía de toda ella un
ser que, a su lado, se podía vivir tranquila, sin malos rollos.
Han pasado trece años y he tenido la fortuna de seguir sus
huellas, y reafirmarme en aquellas vibraciones positivas del primer día. Ha
tenido a lo largo de su camino que saltear grandes socavones, pedruscos como
montañas que la han hecho tambalear aunque no caer y seguir ”palante”, de ahí
mi admiración, mayor si cabe, porque son el tipo de personas que se deberían
conocer y así “De una puta vez” machacar a tanto cabrón.
¡Felicidades, Adelaida! Que cumplas muchísimos años más, y
que todos nosotros podamos disfrutar de una gran mujer, ésa que no le tiembla
el pulso cada vez que se encuentra a un cabrón y le machaca sin despeinarse ni
una sola pestaña ¡Chapeau, mi niña!
2 comentarios:
Dichosa mujer que ha merecido tan bonito homenaje...Besos
Jajajaja, me has hecho sonreir. Ojala hubiera muchas mujeres como Adelaida por este mudo nuestro, otro gallo nos cantaría...
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