miércoles, diciembre 12, 2012

TIEMPOS DE GAVIOTAS


No sé si habrá gente que hable tanto del tren como yo, tan poco sé si las personas que me leen pensarán que soy una fórmula propagandística de Renfe y Adif; os aseguro que no. Por una vez en la vida llevaré la contraria a mi marido que sostiene una máxima bastante real cuando dice “Fea costumbre del ser humano a hablar sin saber”… Pues yo sí sé las sensaciones que me provoca este medio de transporte ya que una parte de mis horas, las paso allí metida.
Cuando me acomodo en el sillón se produce el primer registro: es temprano, todo el mundo entra silencioso a ocupar sus plazas; huelen a jabón y agua fresca.  Cierro los ojos y apoyo la cabeza en el respaldo. Las voces son suaves entremezclándose unas con otras, palabras nítidas que conforman frases mientras mi desdén se bambolea  haciendo conjeturas de quién será quién. Voces que a esas horas se transforman en susurros y arrullan mi sopor cuando megafonía acude a agitar a unos y a otros  para que suban o bajen en la estación de turno.
Abro los ojos encontrándome con copos de nieve decorando el paisaje, el calor de la chimenea en mi mente y el aroma a leña y piña colgado de  mi olfato… Cierro nuevamente los ojos; el tren arranca y mi ánimo  vuelve a reposar prendido de voces vitaminadas de ilusión y competencia. Es un don que nos regala cada comienzo de un día más en nuestras vidas: el poder acallar los fantasmas, el prodigio de la oportunidad para enmendar los errores, asumir, o mejor dicho, aprender a asumir los pequeños desastres cotidianos.
Abro los ojos y la niebla se cuela por la ventana. Respiro silencio, sosegada paz que enmienda el equilibrio del ánimo y la voluntad para seguir galopando no perdiendo de vista las huellas del camino de cada cual.
Ya he llegado a mi destino; recojo los aperos y me dispongo a labrar  el tiempo que me sigue a la zaga sin dejar de lado al Peter Pan que corretea en los interiores de la persona que soy, y acicalando mis canas mientras hago equilibrios para no perder la madurez.

3 comentarios:

guillermo elt dijo...

Cuando yo era chico y viajaba a Huelva solo en el tren desde Cartagena, se hacían 2 transbordos, uno en San Juan y otro en Sevilla. El tren de Sevilla a Huelva llevaba entonces los asientos de listones de madera, como los de algunos parques actuales... Bueno, pues, ya digo, iba solo y mis padres me ponían de custodia a la guardia civil y si estos sabían que habían monjitas en algún vagón, me ponían con ellas... jeje... Seeeeeeeeeee... parecía un pequeño preso en manos de la G.C. jajajajajajaja

Sí, a mí, me encanta el tren, me trae muchos recuerdos, como que en que iba a Sevilla, había un hombre que iba vendiendo y tb sorteando pasteles de merengue... Ya ves, recuerdos de una infancia que nunca se olvidan.

Besibrazos.

guillermo elt dijo...

Cuando he dicho San Juan, quería decir Alcazar de San Juan... jeje

PEPE LASALA dijo...

Tus amigos de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea te desean de corazón Feliz Navidad y próspero Año Nuevo. ¡¡¡ PAZ Y AMOR !!!