El amor, qué fácil es pronunciarlo y qué
difícil sostenerlo…
Hoy me pondré a pintar un jardín, un
campo, en tu rostro. Rosas blancas en tu piel, fresas en tu boca, musgo en tus
ojos y trigales en tu pelo.
Hoy cincelaré tu cuerpo de frases sin
hacer, de suspiros colgados de una nube, de miradas tímidas, evaporadas y
disfrazadas de deseos que nunca llegan porque ya están.
Hoy cogeré tu persona e ilustraré mi
abecedario olvidado, tan desnutrido por olvidos que volveré a instruirme en el
significado de tu figura, de tus pies adormecidos, tus brazos desangelados,
hasta prender la llama apagada de un anhelo.
Hoy enredaré mi tronco en el tuyo hasta
que nazcan la ramas entumecidas por el tiempo, aquellas que despertaban en
nuestras horas más antiguas en los momentos más inesperados… ¿Lo recuerdas?
Bueno, da lo mismo, sé que tu memoria vuela a otros horizontes donde la nada
significa eternidad y que, cada día, eres más chiquita en tu vida pero no en la
mía.
Por eso hoy quiero recordarte las llamas
de nuestros fuegos de ayer y de siempre porque, aunque ya no lo sepas, yo sé
por los dos, amo por los dos, deseo por los dos, ahora y eternamente.
Y, cuando nada recuerdes de ti y de mí,
yo seguiré mostrándote el mundo de colores que tú una vez pintaste para mí.
2 comentarios:
Qué bonito escribes, María Ángeles.
Se te echaba en falta.
Precioso,me encanta, compraré más libros tuyos. Te recuerdo del cole,soy jesuitinas ,entonces eras Belinda😘😘😘
Publicar un comentario