Una luz dorada se cuela por mi ventana. Las hojas de
una planta marchita se iluminan ante tanta vida improvisada.
Una chimenea humea los vahos del frío mientras los
tejados se convierten en ríos de plata.
¡Tantos días sin sol! Que nuestras vidas han estado
a punto de agonizar entre tanto gris de cenizas.
Pero hoy, un rayo de sol se ha
colado por mi ventana, ha iluminado mis ojos ciegos, me ha vestido de dorados
varios.
Mi cuerpo, apenas sin fuerzas por el frío gélido que
convirtió mis dedos en escarcha y mi mente en nieve, se ha ido a sentar con sus
virus desfasados y sus toses apocalípticas, al lado de una ventana a calentar
sus mieses heladas con el crudo invierno.
Hoy es un día de fiesta, ha venido el sol de visita.
2 comentarios:
Lo tenemos con tanta frecuencia que no sabemos apreciarlo hasta que nos falta unos días. Somos unos privilegiados.
Es que cuando el sol se deja caer después de unos días de ausencia nos llena de vida.
Besos.
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