Parecía
que me estaba esperando, igual que si mis ojos estuvieran abocados a un
encontronazo frontal y mi entendimiento predispuesto a comprender aquellas
palabras perdidas en un mar de letras.
“Si
volviera a vivir, ¿cambiaría muchas cosas?” Una pregunta inocente, sin fuste
aparente pero directa al intelecto que en ese momento reposaba bajo un sol
mestizo. Me ajusté las gafas y durante un rato mis ojos navegaron tranquilos en
aquel océano de respuestas que daba el periodista mientras el silencio se
balanceaba en la calma que produce ese antídoto contra la dispersión, el ruido
y el estrés.
No sé en
qué momento aterricé con mis respuestas y mis incógnitas, con mis dudas y
afirmaciones, con la responsabilidad de mi pasado y el sueño de otra vida
distinta. Me sentía afortunada porque prácticamente todo lo sucedido en mi vida
lo había elegido en libertad, unas veces consciente, otras, alocadamente y el
resto, se había encargado la vida misma de sellar mis caminos. Y lo que más valoraba es que nunca nadie me
obligó a hacer algo que yo no quisiera. Erré, triunfé, desfallecí, vencí, perdí, fracasé, gané, fallé, me equivoqué..., libremente.
Sé que
suspiré, sonreí, me puse a escribir y apagué el reloj del tiempo.
2 comentarios:
Me ha encantado lo de Apagué el reloj del tiempo, maravilloso.
Besos y feliz miércoles.
Siempre me gusta cómo dices las cosas, ya lo sabes.
Y en general, comparto también lo dices.
Pero, en este tema, sabes que pienso que deambulamos por un sueño que llamamos "vida". Una irrealidad muy difícil de desmontar, ya que consiste en soñar que estamos despiertos.
Muy difícil.
Te mando un beso, amiga. Ya sé que es ilusorio; pero los besos, besos son.
Codorníu
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