domingo, septiembre 18, 2016

OTOÑO EN EL PARAÍSO

Ella, que a veces la emoción le corta la voz o el tartamudeo no la deja expresar lo que quisiera, me pidió que os hablara del otoño en el paraíso…
 En aquellas tierras lejanas no hay naranjos que se apaguen y, sí, lluvia escarchada que pronto será hielo sobre un Neva recordando a sus zares. Allí hace tiempo que llegó el otoño y sus parques se pintaron de ocres nostálgicos, bermellones silenciosos y rojos dorando sus cúpulas.
El cielo en esas latitudes se desnuda de blancos, grises, negros y hasta de un azul afligido por el deshielo de un calor tibio que ya se fue. Es más, no volverá en muchos meses. El agua, los árboles, la tierra, se preparan para invernar en blanco, blanco nupcial entretanto las tardes caen sombrías sobre la avenida Nesvky.
El camachuelo, el lugano y el ruiseñor ruso, parpadean sus últimos trinos colgados en las ramas del Aliso, el Carpe y el Tilo, mientras los canales balancean sus barquitos de papel. No son góndolas aunque digan que es la Venecia del norte.

Ella, que atisbó entre los muros del palacio de invierno, las emociones que antes la hacían ser  aquella mujer  eternamente alegre, segura y vivaracha, miró por el ventanal que daba a la plaza Dvortsovaìa sintiendo que  el otoño caía majestuosamente en la ciudad de San Petersburgo… Os lo cuento como ella me lo dictó en el corazón.

2 comentarios:

Celia dijo...

Me encantaría visitarla. Es un viaje pendiente.
Besos y feliz domingo.

Macondo dijo...

Yo también me apunto a ese viaje.