sábado, junio 25, 2016

CARA Y CRUZ

Da igual el color con el que vistamos los sentimientos: el cambio arruga, la incógnita estremece, la continuidad escandaliza. Si hay tiempo de razonar, el riesgo es vida, una actitud positiva. Sin embargo, la población esquilmada envejece, lo de arriesgar es para jóvenes que han de plantear futuros. Además, los esquilmados mayores, los de la periferia, tampoco llegan a final de mes, y los mayores medianamente asentados temen que lo poco que les queda se evapore.

El tiempo se escurre mientras el barco lleva anclado seis meses y el pueblo soberano está arto de tanto pedigüeño, tanto ladrón, tanta mentira y juego sucio, y tanta estafa para que, al final, la responsabilidad recaiga en sus hombros de aupar una promesa o, más de lo mismo.

Pero, ¿y si la promesa en realidad es un lobo vestido de cordero, que lo es? O, ¿nos quedamos con más de lo mismo que aúna experiencia con cierta estabilidad?
El trabajo, la pensión, la seguridad, la cultura, los ahorros, la religión,  la sanidad, el respeto, los derechos…, suspendidos en el aire de un  arco iris.

Estamos en sus zarpas, en sus egos, aunque nuestras manos sean las que decidan.
Cara y cruz de un presente arrebolado de hartura y de ineptos que juegan a ser dioses prometiendo el Olimpo más allá de la realidad y sus posibilidades.

“Siempre me quedará La Roja, yo mismo, el verano y los amigos”, me digo mientras las hojas del calendario van cayendo como hojas muertas de ilusiones. Y me grito “Amistad y Esperanza, no me dejéis en el ocaso de mis sueños. Sin sueños, estoy muerto”

Y la moneda sigue girando, suspendida en el cosmos, debatiéndose en la cara y la cruz.

2 comentarios:

Macondo dijo...

La Roja no sé yo si estará siempre. Dando alegrías, quiero decir.

Antonio dijo...

Que bien te expresas. Da gusto leerte. Tal vez, amiga, entre esa cara y cruz, nos podamos centrar y concentrar en cambiar algo sin miedo a ello, porque el cambio siempre genera dudas y miedos. Pero no podemos ser conformistas por el miedo sino valientes para dejar de decir aquello de: "Más vale malo conocido que bueno por conocer"; o aquello otro: "Virgencita que me quede como estoy"... Arriesguemos cada cual según su idiosincrasia, pero sin ser temerarios... a los nuevos habrá que darles tiempo para mostrar cómo son, no vayamos a cagarla. A mi edad yo no creo en Mesias y huyo de los demonios.
Cara o cruz... o todo lo contrario.
Un abrazo