miércoles, mayo 18, 2016

CABECITA LOCA

Hay visitas inesperadas que adoras su sorpresa. Tus brazos se abren como las alas de la gaviotas. Te fundes en el cuerpo inesperado recibiendo un calor reconfortante, y a tu gesto se le encienden las bombillas iluminado toda tu expresión. Y lo primero que te sale y te sale del corazón son dos palabra “¡Qué alegría, gracias!”
Sin embargo hay otra clase de visiteos que ni los esperas ni los quieres y esa repentina aparición te descoloca como primera reacción. Luego te preguntas “Por qué ahora, qué es lo que ha pasado”, haces recuentos de las posibles causas que han provocado esa visita y a veces las encuentras y otras no, y cuando no hallas el motivo aparente te enfadas incluso contigo mismo por abrir la puerta a aquel que no quieres en tus horas.
Anoche caí fulminada en la almohada de mis sueños con la sonrisa zurcida en la mente (más feliz que una perdiz, frase que si la analizas semánticamente no tiene pies ni cabeza, pero rima). Mi cabecita loca estaba orgullosa de sí misma por haber vencido lo que ella consideraba un obstáculo; había dado un paso más con bastante soltura. Se aplaudió con las orejas y cerró los ojos. Sin embargo a las tres horas se despertó asustada, impresionada por la pesadilla que la había estado rondando por los mares subterráneos del subsconsciente. Bebió agua, tragó el sofoco de recordar la imagen de una amiga que mientras hablaba con ella, su cabeza se deshizo. La imagen nada sangrienta pero muy desagradable.
Mi cabecita loca volvió a cerrar los ojos esperando que la cantara una nana y así lo hice, hasta tres nanas y las ovejitas de rigor. Por fin se durmió. Me gustó contemplar su gesto confiado, la serenidad de su sueño.
¡Todo fachada!, no había pasado ni una hora y se puso a berrear (mi cabecita loca) como esos niños imposibles que te dan ganas de zarandearles mientras les preguntas “¿Qué, puñetas, te pasa ahora?” Ni nanas, ni ovejas, ni la imagen de la playa gaditana que tanto la gusta; no había consuelo para ella.
Miré el reloj, marcaba las cuatro treinta de la mañana. Me acordé de una amiga que de vez en cuando sufre estas visitas. La mujer se levanta, no hace ruido para no despertar a su gente. Baja las escaleras, se hace un café y se pone a planchar entre suspiros. A mí, como que lo de la plancha no, a oscuras me fui con mi cabecita loca que, sin tener que bajar escaleras como mi amiga, me fui dando contra todas las esquinas de la casa hasta que el perro salió a mi encuentro y se puso a ladrarme como un descosido. ¿Qué me querría decir? Una voz de ultratumba resonó en mis oídos “¿Mamí, ya me tengo que levantar?” No contesté, pero mientras preparaba un café daba de puñetazos a mi cabecita loca y al insomnio, al unísono para eso tengo dos brazos. Ni uno ni otra se dieron por aludidos. Al insomnio se le puso cara de Lucifer triunfante y a la loca que tengo por cabeza, a maquinar como una caja registradora como si no hubiera un mañana.

Me senté en la silla de pensar, esa que utilizamos en casa cuando no tenemos escapatoria, y vi amanecer.

10 comentarios:

Macondo dijo...

Me alegra tu visita a mi blog, en sí misma y porque me ha permitido conocer el tuyo. Me gusta mucho cómo narras.

Anónimo dijo...

Les llamo noches en blanco pero que muchas veces resultan en negro depende de la pesadilla o preocupación que ocupe la cabecita loca o cuerda.
Y para no andar a golpes lo mejor es encender alguna discreta luz, los golpes y el perro despiertan a todos y ponen la casa patas arriba.
Tranquiliza esa cabecita y procura que descanse.
Una buena semana y un abrazo.
Ambar

Rafael dijo...

Debajo de esa cabecita loca hay mucha sensibilidad.
Un abrazo.

Ambar dijo...

A todos nos pasa de vez en cuando. Esas temporadas de ansiedad extrema por circunstancias no favorables que se presentan en nuestra vida suelen saldarse con algún día de insomnio. No eres la única, hay muchas cabecitas locas.
Besos

TORO SALVAJE dijo...

Espero que tu cabecita loca descanse bien esta noche.
La mía cuando duerme mal se vuelve una latosa de cuidado.

Besos.

Crónicas vienesas dijo...

El insomnio es terrible, lo sé bien en esta etapa de la vida :(
Gracias por tu comentario. Si me dejas me quedo por aquí.
Besos

El collar de Hampstead dijo...

Cuando tengo una pesadilla,luego me cuesta dormir...ahí estoy sin poder pegar ojo...
Desde luego no se me ocurriría ponerme a planchar,eso seguro!
Intento pensar en el mar.
Si ya veo que no hay manera,me pongo a leer,hago un post...pero desde la cama.Así con un poco de suerte me quedo frita.

Besos.

El collar de Hampstead dijo...

Te dejo esta canción
; )
https://youtu.be/iQCvw7Ev9G4

Reina Letizia dijo...

Estoy emocionada. Has conseguido que se corra mi maquillaje tatuado.

Besos de Reina

PEPE LASALA dijo...

Me siento muy identificado, pues me ocurre más de una vez. Eso sí, bien ha valido la pena tu insomnio para obtener un gran relato. Un beso grande.