Hay visitas inesperadas que adoras su sorpresa.
Tus brazos se abren como las alas de la gaviotas. Te fundes en el cuerpo
inesperado recibiendo un calor reconfortante, y a tu gesto se le encienden las
bombillas iluminado toda tu expresión. Y lo primero que te sale y te sale del
corazón son dos palabra “¡Qué alegría, gracias!”
Sin embargo hay otra clase de visiteos que ni los
esperas ni los quieres y esa repentina aparición te descoloca como primera
reacción. Luego te preguntas “Por qué ahora, qué es lo que ha pasado”, haces
recuentos de las posibles causas que han provocado esa visita y a veces las
encuentras y otras no, y cuando no hallas el motivo aparente te enfadas incluso
contigo mismo por abrir la puerta a aquel que no quieres en tus horas.
Anoche caí fulminada en la almohada de mis sueños
con la sonrisa zurcida en la mente (más feliz que una perdiz, frase que si la
analizas semánticamente no tiene pies ni cabeza, pero rima). Mi cabecita loca
estaba orgullosa de sí misma por haber vencido lo que ella consideraba un
obstáculo; había dado un paso más con bastante soltura. Se aplaudió con las
orejas y cerró los ojos. Sin embargo a las tres horas se despertó asustada,
impresionada por la pesadilla que la había estado rondando por los mares
subterráneos del subsconsciente. Bebió agua, tragó el sofoco de recordar la
imagen de una amiga que mientras hablaba con ella, su cabeza se deshizo. La
imagen nada sangrienta pero muy desagradable.
Mi cabecita loca volvió a cerrar los ojos
esperando que la cantara una nana y así lo hice, hasta tres nanas y las
ovejitas de rigor. Por fin se durmió. Me gustó contemplar su gesto confiado, la
serenidad de su sueño.
¡Todo fachada!, no había pasado ni una hora y se
puso a berrear (mi cabecita loca) como esos niños imposibles que te dan ganas
de zarandearles mientras les preguntas “¿Qué, puñetas, te pasa ahora?” Ni
nanas, ni ovejas, ni la imagen de la playa gaditana que tanto la gusta; no
había consuelo para ella.
Miré el reloj, marcaba las cuatro treinta de la
mañana. Me acordé de una amiga que de vez en cuando sufre estas visitas. La
mujer se levanta, no hace ruido para no despertar a su gente. Baja las
escaleras, se hace un café y se pone a planchar entre suspiros. A mí, como que
lo de la plancha no, a oscuras me fui con mi cabecita loca que, sin tener que
bajar escaleras como mi amiga, me fui dando contra todas las esquinas de la
casa hasta que el perro salió a mi encuentro y se puso a ladrarme como un
descosido. ¿Qué me querría decir? Una voz de ultratumba resonó en mis oídos “¿Mamí,
ya me tengo que levantar?” No contesté, pero mientras preparaba un café daba de
puñetazos a mi cabecita loca y al insomnio, al unísono para eso tengo dos brazos. Ni uno ni otra se dieron por
aludidos. Al insomnio se le puso cara de Lucifer triunfante y a la loca que
tengo por cabeza, a maquinar como una caja registradora como si no hubiera
un mañana.
Me senté en la silla de pensar, esa que utilizamos
en casa cuando no tenemos escapatoria, y vi amanecer.
10 comentarios:
Me alegra tu visita a mi blog, en sí misma y porque me ha permitido conocer el tuyo. Me gusta mucho cómo narras.
Les llamo noches en blanco pero que muchas veces resultan en negro depende de la pesadilla o preocupación que ocupe la cabecita loca o cuerda.
Y para no andar a golpes lo mejor es encender alguna discreta luz, los golpes y el perro despiertan a todos y ponen la casa patas arriba.
Tranquiliza esa cabecita y procura que descanse.
Una buena semana y un abrazo.
Ambar
Debajo de esa cabecita loca hay mucha sensibilidad.
Un abrazo.
A todos nos pasa de vez en cuando. Esas temporadas de ansiedad extrema por circunstancias no favorables que se presentan en nuestra vida suelen saldarse con algún día de insomnio. No eres la única, hay muchas cabecitas locas.
Besos
Espero que tu cabecita loca descanse bien esta noche.
La mía cuando duerme mal se vuelve una latosa de cuidado.
Besos.
El insomnio es terrible, lo sé bien en esta etapa de la vida :(
Gracias por tu comentario. Si me dejas me quedo por aquí.
Besos
Cuando tengo una pesadilla,luego me cuesta dormir...ahí estoy sin poder pegar ojo...
Desde luego no se me ocurriría ponerme a planchar,eso seguro!
Intento pensar en el mar.
Si ya veo que no hay manera,me pongo a leer,hago un post...pero desde la cama.Así con un poco de suerte me quedo frita.
Besos.
Te dejo esta canción
; )
https://youtu.be/iQCvw7Ev9G4
Estoy emocionada. Has conseguido que se corra mi maquillaje tatuado.
Besos de Reina
Me siento muy identificado, pues me ocurre más de una vez. Eso sí, bien ha valido la pena tu insomnio para obtener un gran relato. Un beso grande.
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