lunes, agosto 31, 2015

MI ARBOLILLO

Mi arbolillo se despluma cayendo sus sueños en el agua de la fuente; parecen mariposas rosas flotando en un océano limitado. Ayer hubo tormenta y su cuerpecillo, de tronco alargado y anoréxico,  se cimbreó revelándose contra la madre naturaleza. Le miraba tras los cristales ahumados de basura, y sabía que aunque esquelético, su fortaleza está bajo la tierra que, a pesar de sus escasas ramas, él es fiel a mis ojos. Pero  este año, de soles hechiceros abrasando con su canícula las flores de mi jardín, ha querido florecer antes de la llegada del otoño; igual que la vendimia.

Hace dos semanas despertó rosa, creí que la imaginación jugaba con mis ojos, pero no. Abrí la puerta, bajé las escaleras y allí estaba mi arbolillo famélico y escuálido con su cabecilla coronada de requiebros tan rosas como sonrosados sus sueños de verano. Acaricié su tronco sintiendo la ternura entre mis dedos porque nadie se fija en él, hasta el jardinero quiso cortar su larga y estrecha vida en un jardín de árboles pomposos, de cipreses acunando sus techos en el cielo y fogosas madreselvas, el pobre se libró por los pelos, y ahí sigue en el medio de la Lola para que nadie le mire, solo yo y el perro que mea sus bajos fondos.  Me da igual, yo veo su belleza clandestina, el valor de su coraje para sobrevivir en una tierra adversa,  y  cada año regalarme un manojo de florecillas tan escuchimizadas como él, tan inocentes y sencillas que chirrían en un mundo sin escrúpulos.

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