¡Éramos pocos y parió la abuela!... Tranquilos, esta vez no
vengo a contaros lo que he visto en la
TV, aún no tengo complejo de parrilla televisiva. Mis colaboraciones hay que enfocarlas
como manual de autoayuda. Es decir, si
alguien piensa que solo a él y nada más que a él le pasan cosas raras, que se
quite ese complejo absurdo. Simplemente tiene que leer a doña Puri y automáticamente
se sentirá aliviado. Os cuento…
Mi fin de semana ha sido denso, espeso, vamos que aún estoy
sufriendo los estragos. El sábado 31 me levanté pues como se levanta una:
despierta aunque profundamente dormida; era el cumpleaños de uno de mis niños y
estaba dispuesta a agasajarle como se merecía. Sería el eje central de nuestras
vidas, se sentiría el rey de la casa por un día. No pudo ser, los hados no
estaban dispuestos. ¿Por qué? Hay mucho cabroncete suelto disfrazado de buen
samaritano que pensó que como mi niño no tiene pareja de hecho ni de derecho,
de alguna forma buscaría algo o alguien para que mi niño no sintiera la soledad
ni las carencias afectivas. Y yo digo a
ese amigo samaritano que a mi niño no le falta de na porque no hay amor
más grande que el de una madre, pero no cuela. Año tras año el cabroncete se
erige celestino y el 31 de enero como que se me atraganta… Me puse a cocinar
tan contenta, previamente había mirado si el niño estaba en casa y si dormía
solo, todo en orden, con lo cual me puse a guisar un rico corderito con ayuda
de la yaya Pichu aunque si lo llego a saber
me espero porque cuando estaba yo en el momento álgido de la cocción del
corderito se levanta el homenajeado y dice “Madre tengo una sorpresa para ti” Automáticamente
pensé que la criatura me había confundido con Isabel Gemio y añadió “Ahora te
la traigo”… Yo muda, para no meter la gamba, además eso de emular a la Gemio
pues no me fascinaba; es una sabelotodo y yo sólo sé que antes muerta que
sencilla, para todo lo demás tengo a mi Pepe que sabe de todo y más entonces,
¿para qué voy a gastar las pocas neuronas que tengo?
En fin, soy madre amantísima a la par que gilipollas, así que me acicalé, me santigüé y esperé
novedades con el delantal de Mafalda que me da mucha seguridad. Mi sorpresa se
hizo esperar, pero llegó y dijo con cara de cordero degollado “Madre, te
presento a Victoria Federica, pero la puedes llamar Viky” Por un momento pensé
que me traía a la nieta de la reina madre y yo ya me veía en el palco de honor
el día del desfile de las fuerzas armadas viendo a la legión con su cabra de
turno y yo elegantemente vestida con mi delantal colorado de Mafalda, pero no.
Viky era especial, ni nieta ni sobrina de reyes; mi gozo en un pozo.
La miré de una manera aprensiva. Me miró con unos ojazos zainos
y a mí se me nubló la comprensión. En décimas de segundo por mi mente pasaron
todo tipo de películas y eso que no era el día de los goyas. Vi a mi vecina
obsesionada con los agujeros que hay en su jardín, el estupor de mis amigos
cuando vayan a las veladas veraniegas a mi casa y les reciba Viky, a mi pobre
Pepe, alma cándida, aguantando otra excentricidad de sus hijos… Vi de todo
menos a mí misma, yo creo que había huido a las islas Caimán en busca de la
fortuna de los Pujol.
Pero no, allí seguía sentada con mi estupendo delantal de
Mafalda sin que Mafalda protestara porque encima de ella se estaba haciendo sus
necesidades la Viky.
Mi niño ya no se siente solo, únicamente amargado. Su madre
acaba de dar el desayuno a Viky mientras el perro llora de amor. Sí, mi perro
es el único que se ha enamorado profundamente de Viky. Mi casa, amigos ya no es
una casa. No vayáis al zoo, venid al mío; un perro, un pez, una tortuga y ahora
como plato estrella, una coneja. Se llama Viky.
En esta casa no hay nadie normal, ni siquiera la coneja que
se deja lamer con gusto las caricias de un perro enamorado.
Pd Una vez Belén Esteban dijo "Yo por mi hija mato" Yo simplemente mato a mi hijo y me dejo de zarandajas
Pd Una vez Belén Esteban dijo "Yo por mi hija mato" Yo simplemente mato a mi hijo y me dejo de zarandajas
¡Feliz semana, amigos!
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