Me gusta descubrir cuando vuelvo a casa los rescoldos de la playa que se
han quedado prendidos en algún rincón de
una bolsa, en el pliegue de un vestido. O cuando me sorprende la arena al abrir
mi blog de notas; allí están atrapados los granos finísimos de una arena pálida
entre mis hojas de ruta. Entonces la risueña memoria se pone a fundir las
sensaciones, a desgranar los momentos vividos, los días de arena, sol y sal.
Notas cómo el sol no sólo te ha calentado los huesos, ha tostado tu piel
sino, también, cómo ha abierto las compuertas de tu corazón. El mar ha liberado
tu oleaje mental y ha logrado desintoxicar tu carácter.
El recuerdo de esos días llena la vasija del ánimo, el azul se apodera de
mis ojos ampliando la perspectiva del horizonte y, así, volver y traer a casa
un propósito, que no es otra cosa que mirar con esa luz tan intensa, entre
verde, azul y blanca, a mi gente, y transmitirles la alegría que aflora en mis
gestos ambles que a veces permanecen catapultados por la desidia, o el desgaste
cotidiano.
Me traigo, una vez más, el sur en mi espíritu, ese sur que nivela el norte
de mi vida, y que sin él sé que no podría caminar en las horas bajas, regalar
una sonrisa, tender un puente cuando alguien te necesita, ofrecer una palabra
llena de muchos sentimientos, y no hueca repleta de vacios. Escuchar el duelo
de los otros y así aportarles el murmullo de la ola sosegada.
Mi sur es tan azul que a veces deseo ahogarme en él. Sur de mar cálido y
espuma transparente, de estrellas caídas del cielo para convertir a la mar en
una plata fulgurante…, de playas infinitas mientras la arena suave envuelve tu
dicha.
Mi sur está hecho de sombrillas de colores, cometas blancas, desayunos
tranquilos de cafelito y mollete, familias con nevera, tertulias a media voz, cerveza
fresca, y un ocaso al terminar el día que te fundes en él hasta que el sol
desaparece.
El sur me ayuda a construir mis lugares de silencio y reflexión mientras la
mirada se pierde en el infinito, y la ola se estrella contra mi cuerpo… Y el
sur me da al final de ese viaje que asemeja un suspiro hondo, la transparente
claridad de una sonrisa, vital para mirar la vida.
2 comentarios:
Me alegra un montón que esas visitas al Sur sirvan para reponer energías, seguro que te sienta de maravilla. Hoy el viento terral tiene esto hecho unos zorros de calor.
Besos refrigerados.
fascinante como escribes
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