Dicen que el ser humano debe ejercitar la ternura como una de las facetas
para engrandecer el espíritu, y hoy os traigo una instantánea para que la
observéis con detenimiento y podáis sacar vuestras propias conclusiones como
sensaciones…Creo que sobran las palabras aunque íntimamente me empeñe en
ponerlas, pero no lo puedo evitar como no puedo evitar que a mi rostro le
emerja una sonrisa al recordar un regalo que me hicieron anoche dos chicas
maravillosas que, como todas las cosas buenas de la vida, son gratuitas. Un
obsequio inesperado que consistió en poder tomarme un vino entre risas y
rodeada de esa juventud que pulula por las calles, que hace frente a las
adversidades, que beben a borbotones cada momento llena de ilusión y esperanza
y que, si ésta se escapa, sale en su busca. Sí, me sentí agradecida que me
contaran sus cuitas, sus sueños e hiciéramos bromas de hipotéticos futuros.
Pero, cuando ya me retiraba con las pilas cargadas y pensando que el
porvenir estaba en buenas manos con juventud como estas dos chicas estupendas,
aún una de ellas me tenía preparada otra sorpresa: esta instantánea que hoy
comparto con vosotros…
Ella se llama Lucila, él Juanjo y la dálmata Lola… Es una foto llena de
esperanza, ilusión, de ternura, de adorable espontaneidad que se asoma a
nuestras retinas como un canto a las buenas cosas que nos rodean y que a veces
somos incapaces de saberlas mirar, o el tiempo y las prisas nos roban esa
instantánea para que podamos ensanchar los pulmones de ilusión. Sí, también me
recuerda a una familia encierres y que, sin duda, lo es. En la que juntos
aprenderán a amarse el uno al otro tal como es, a saberse tolerar aquello que
no se podrá cambiar, a ser sinceros entre ellos, a disfrutar de los buenos
momentos juntos, y crecer unidos en las dificultades… ¡Ah! y a tratar al otro
como a uno le gustaría ser tratado… Sí, Lucila, todo esto me recordaste con
esta foto tan deliciosa y que deseo de todo corazón que se cumpla punto por
punto.
Anoche cuando apagué las luces de mis horas tenía muchas sensaciones gratas
revoloteando en el pensamiento porque seguro que vosotros tenéis como yo la
suerte de poder disfrutar de los hijos de los amigos, verles crecer en el plano
humano, beber de su juventud y cerrar los ojos cada día con la sensación que
hemos hecho algo bueno por ellos: intentar formar a chicos para ser personas.
¡Buen fin de semana, amigos!
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