jueves, agosto 09, 2012

NOCHE DE GRILLOS


Suceden tantas cosas en verano que no da tiempo a contarlas. Tal vez sea porque en vez de tejado y muros, nuestros cuerpos y mentes se ubiquen bajo el cielo a lomos de la tierra que en estas fechas está cubierta de una patina amarillenta alimentada por días de agua de lluvia o por el riego al caer la tarde después de haber soportado el calor del sol, quién sabe… Ayer vino una ola de calor a visitar estas tierras de Machado y las gentes se convirtieron en barbos huyendo del sofocón. Otros, se vistieron de conejillos en su guarida hasta llegar la noche y, entonces, salieron a contemplar las estrellas, a pasear las lenguas en una amena charla mientras en sus gargantas corrían pequeños riachuelos de buen vino.
Me daba pena marchar a dormir, los grillos no hacían otra cosa que susurrar nanas de cebolla y las estrellas pintarse de farolillos incandescentes. Un suave vientecillo jugaba sobre mis brazos, y mi ánimo  sentía los pequeños placeres de la vida. Mi perrillo descansaba en mi regazo y pensé que no podía pedir más; me sentí llena, en paz conmigo misma en un verano salpimentado de olas que no llegan a puerto.

5 comentarios:

Pilar Moreno Wallace dijo...

Hacía demasiado tiempo que no te leía; lástima, pues me he perdido mucha lectura interesante. Un saludo especial para ti desde estas tierras que también conocen el calor ... de vez en cuando.
Abrazps/

María dijo...

Yo me quedo con esa imagen llena de sonrisas.
Un abrazote.

Antonio dijo...

Paréceme que eres la de en medio, de pie, y se nota ese compArtir sonrisas y momentos de felicidad.... ¡qué bueno!
Saludos a todos y buen verano

Codorníu dijo...

Qué no te falte mi beso.

Nómada planetario dijo...

Noches como las que describes son las que hacen sentirnos más vivos, más reales. Por aquí el terral hace que el aire acondicionado sea mandamiento universal.
Besos hoy que el levante permite respirar.