martes, marzo 02, 2010

DE VIRTUDES Y OTROS RENCORES

Hoy no sabía de qué escribir. La mente estaba expectante y el corazón en calma.
Abría los ojos para escuchar el latido de la vida esperando que en cualquier momento mis dedos delatarían algo hermoso, porque lo hay y mucho, lo que pasa es que a veces la niebla lo difumina o simplemente disipa la imagen esperanzadora.
Pero me he encontrado con tal banco de bruma que he chocado contra un arrecife y se ha hundido mi barquito.
... Hay personas que provocan nauseas por lo nocivo de su carácter, logrando sacar lo peor de nosotros.
De la calma a la tempestad, de la bondad al odio. Y es que pasa el tiempo y las heridas a veces no templan el ánimo, ¿verdad? Y, lo peor, no es ese rencor solapado, es que el carácter se desequilibra y se nubla la luz del día cada vez que te las encuentras.¿Cierto?
No pasa nada... En este momento yo estoy tratando de fondear de nuevo mi barquito; me he encontrado a Robustiano, un joven de noventa y cinco años. Le he ayudado en la maraña inversora que tenía, y la luz de sus ojos ha disipado la niebla de mi rencor.
Me siento francamente bien.

7 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Un abrazo para Robustiano.
Y besos para ti.

MarianGardi dijo...

Ángeles, hay personas nocivas que su presencia nos inquieta, son pruebas que nos pone la vida para aprender a calmar el carácter.
He vivido esta situación, que relatas tan bien como nos tienes acostumbrados a leerte.
Un abrazo querida compañera de letras

José Luis López Recio dijo...

Es más fácil decirlo que hacerlo, pero todos tenemos que aprender a hacernos impermeables a esas personas que infunden negatividad.
Me alegro de que al final Robustiano te haya alegrado.
Un abrazo.

guillermo elt dijo...

Bueno, no siempre tenemos la embarcación a nuestro gusto, no? De todas formas, la tuya sigue navegando... y cómo.
:)

Besicos.

Maripaz dijo...

Menos mál que te has encontrado a Robustiano y te ha seducido con su álma joven...

Un beso preciosa

Antonio dijo...

Hoy yo también vuelvo a visitarte, y a leerte, y entiendo el vaivén de la vida como el movimiento oscilante, pendular, que nuestro ánimo da en el día a día.
A mi me fastidia que me toquen el péndulo y me lo hagan oscilar.
Besos

Anónimo dijo...

En el fondo, en última instancia, ayudar a otro que necesita de nosotros (sea en el contexto que sea), es el bálsamo que cierra toda herida, un faro que disipa la niebla.

Escribía Castaneda (el de Las enseñanzas de don Juan) que esos seres que "logran sacar lo peor de nosotros" son -en el fondo- nuestros mejores aliados, dado que sacan a la luz los materiales con los que tenemos que trabajar, y que de otra forma no veríamos en nosotros mismos.

Solo hay una manera de perder esa oportunidad: el mecanismo de proyección de culpa.

Te invito a un cafelito arábica Etiopía Intermón Oxfam.

Hum...

Besos.