Estás rodeado de sombras; están como tú, tan perdidas que, ajenas a la voz de una mujer sujeta a un micrófono, arrastra lágrimas con su voz. Te identificas tanto con ella que quisieras besar sus labios secos. Son tantos otoños sin llover en ellos que… se marchitaron como… tú.
Un saxo irrumpe en tus reflexiones, levantas la cabeza y, ya ves, ahí está su recuerdo prendido en el sonido de un piano desafinado. Tan desafinado como tu memoria.
Te levantas, la puerta, la calle, el frío te saludan; son tus únicos compañeros. Te subes las solapas del abrigo y te pierdes en la noche.
Atrás dejas un letrero del bar que reza “Calle Cuarenta y tres”… Tú, si tú, el que estás leyéndolo, no lo busques en un mapa, sólo existe en esta página.
9 comentarios:
Debe ser difícil pasar página y no ser eterno peregrino de los recuerdos cuando ha habido una separación que duele.
Qué bien nos haces sentir en la piel esa melancólica nostalgia.
Recuerdos, querida amiga. Una muestra de seguir viviendo.
Ahora, contestame, ¿nos tomamos una copa en este "Calle cuarenta y tres" mientras esta princesa sigue cantándonos?
Chin-chin a tu forma de escribir.
Besos, Cantalapiedra.
Ahora comprendo el contexto, el mundo de esa música que te atrapa y evade, que te sumerge en un ambiente de humo, copas, ritmo y fantasía. Es una huída... o una búsqueda de la Calle Cuarenta y tres...?
Besos
Parezco yo el viernes noche...
Besos.
Un sitio estupendo en le que no me gustaría perderme alguna noche.
Un gran abrazo.
Muy original, eres única.
Un besote
Claro, solo aquí... ya decía yo que yo pasaba por aquí por algún fantástico motivo... Claro, ahora mexplico.
;)
Besicos.
Es increible la magia que tienes en tus palabras, me encanta pasarme por aqui pues siempre me queda mucho de lo que escribes.
Yo querría estar allí, en tu calle, envuelta en las de su música, tomando un...
Un besazo mi melancólica amiga
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