domingo, marzo 01, 2009

CHISPORRETEO DE MI CIUDAD

Una mañana de domingo cualquiera en una ciudad de provincias… se despereza despacio, no hay prisa. Ni siquiera la niebla tiene premura en mudarse a otras horas más oscuras aunque el sol hace amagos de colarse por alguna rendija, pero como es un mentiroso que parece que calienta y te deja el rostro tan helado, que no engaña.
Las calles permanecen abandonadas, sólo un par de ancianos se pierden en busca de la serena complacencia de algún convento que toca su campana llamando a la oración.
Un perro solitario ladra y su eco se estrella con el vacío de una ciudad que no tiene urgencia en despertar.
El quiosquero, con bufanda al cuello, boina bien calada y mitones para ahuyentar a los sabañones en las manos, ordena despacio los montones de periódicos; sabe que su clientela antes de la misa de doce no vendrá.
Tres ciclistas invaden alegremente la calzada, sienten que la ciudad es para ellos pues hasta los autobuses dormitan en sus paradas esperando inquilinos que les haga salir de su letargo. Un corredor con las piernas desnudas se precipita a través de la niebla… Huele a horno, a leña, a pan recién hecho.
Me gusta contemplar así la ciudad mientras mis pasos avanzan renqueantes hacia la estación; pronto saldrá el tren.
Sentados en los bancos del andén conversan unos viejecillos entusiasmados con el ir y venir de los trenes; no sienten el frío, sólo el calor de la palabra del vecino.
… Mientras el tren se aleja de mi ciudad, la niebla la deja envuelta en una espuma de misterio, y
siento cómo el chisporreteo de mis raíces van quedando atrás.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha parecido estar allí, en tu ciudad.Hasta he sentido la humedad de la niebla.Un besazo.

aapayés dijo...

Muy bella prosa, en ella me sentí calcado caminado en el ese laberinto lleno de niebla..

un gusto siempre visitarte y un lujo leerte..

saludos fraternos con mucho cariño..

un beso

Anónimo dijo...

Gracias por este precioso paseo imaginario que acabo de vivir.

Un beso.

Micaela dijo...

Me encanta despertar temprano en las mañanas de un domingo cualquiera y observar ese silencio y esa paz regalada... Un texto muy hermoso. Gracias. Besos y feliz semana.

goyo dijo...

Hola Rubia, gran poder de observacion, y tu pluma hace el resto.
Un beso amiga, buen finde.

Rosa dijo...

Esla primera vez que te visito, pero seguro que no será la última. Enhorabuena.

MarianGardi dijo...

Chisporroteando he llegado Angelita. jijiji
Un fuerte abrazo bella por dentro y por fuera

Jesús Arroyo dijo...

Hola ¡guapa mía!
No se cual será el lugar, da lo mismo. Y da lo mismo porque el sentimiento es el que importa. Esto puede ocurrir y ocurre en tantos lugares... en tantas almas.
Tenemos un país tan rico en esto...
Un beso rural.

guillermo elt dijo...

Hola, niña de los fines de semana... jejeje.

Por aquí hemos tenido este finde solecito por la mañana... buena temperatura.

Pienso que, los silencios del alba, son prácticamente iguales entodas las ciudades, ya sean más o menos grandes. Todas tienen su encanto... Un encanto que tú has sabido reflejar como tú solo sabes construir este tipo de cuadros literarios.

Besicos.

Luis y Mª Jesús dijo...

Estoy viendo caer unos débiles copos de nieve por la ventana. termino rápido para recibirlos en mi pelo (ya no se puede llamar melena). Haoy hacía uno de esos días fríos y luminosos de León.

La historia del pobre es auténtica, de hecho hay mucho más. Es un hombre que aparenta unos sesenta y tantos, alto, delgado, elegante. Sabe escoger en el ropero de Cáritas, consigue un "look" inglés, al que incluso le queda bien el desgaste de la ropa. En su manera de hablar se nota que ha tenido algún problema (ictus, derrame...) que le dificulta la coordinación de las frases. No parece alcohólico. Está, si sus bronquios se lo permiten, a la entrada de Misa de 8 en los Capuchinos del Parque san Francisco y cuando termina la Misa va a la de 9 de los Agustinos (en Gran vía de San Marcos). Tuvimos que cambiar de horario porque cuando Ana -que acaba de cumplir 7 años- tenía 3 años esperaba ya todos los días su regalo. Eran detalles de céntimos, algunos usados, probablemente también de objetos que dan a Cáritas.
La historia es tuya.
Un beso
María Jesús