jueves, octubre 02, 2008

UN DÍA CUALQUIERA

Fue un día “Horríbilis”… Regresaba a casa despojada hasta de lo más íntimo que es tu autoestima; demasiados golpes en el alma, en la mente, en el corazón. Un día de trabajo duro y, también, muy cruel.
Mis ojos, apunto de estallar en una copiosa lluvia, permanecían rojos del cansancio, o al menos es lo que decía para disimular mi desánimo.
Cuando me senté en el vagón a las diez de la noche, no podía respirar otra cosa que el hedor que habían dejado los que por allí moraron. Aroma que no me era ajeno pues toda yo se sentía casi como una cloaca. Estaba, además, sorda, hastiada del ruido; necesitaba silencio.
El tren arrancó y apoyé la cabeza en el cristal abandonándome a mi propia suerte. Y así comenzó a vagar mi vista perdida mientras las lágrimas campaban libremente cuando reparé en una pareja que se abrazaba… Me pareció tan maravilloso, casi como un milagro que aún pudiera sentir algo más que asco y pena por mí misma que, sin querer, me hallé haciendo recuento de lo que me esperaba cuando emergiera de las entrañas de Madrid: respiraría aire puro, caminaría despacio sintiendo el abandono del asfalto. Me fumaría ese cigarrillo relegado tantas horas en el bolsillo. Luego entraría en mi jardín y escucharía ese grillo despistado que aún sigue cantando a pesar de ser ya otoño.
Pero lo que no me imaginaba es que al abrir la puerta de casa, me encontrara dos rostros iluminados por una amplia sonrisa que valoraban mi presencia y que, además, me ofrecían un Martíni con mucho hielo, limón y aceitunas como a mí me gusta.
… Me metí en la ducha. Seguía llorando, pero en ese momento, mi llanto era de agradecimiento.
La vida es así, te azota, te machaca, pero también te regala en cualquier esquina una tregua amable, dulce y cariñosa para seguir pedaleando el resto de tus horas.

5 comentarios:

Mª Ángeles dijo...

Hola, acabo de aterrizar en tu blog porque "de paseo" por ahí coincidí con alguien que se llama como yo y me sentí atraída.
Me gusta como escribes.
ME ha gustado tu entrada. La verdad es que la vida en ocasiones puede ser muy dura y muy gratificante. El secreto está en disfrutar esas pequeñas cosas.
Yo tengo dos blogs: uno de política y otro de historias. Las dos cosas me gustan. Cuando quieras pásate.
Saludos de Mª Ángeles

CATI COBAS dijo...

Está precioso este pedazo de tu vida que compartís con nosotros. te mando un beso desde un Buenos Aires que añora tu Madrid. Cati

Carlota dijo...

Y es que a veces sumirnos en nuestras miserias nos impide ver tantas cosas bonitas a nuestro alrededor... me alegro de que tú seas diferente :), y de que tengas gente así a tu alrededor. Un besuco.

Anónimo dijo...

Y en ese rincón, unas lamparillas de luz que ponen las cosas en su sitio. Una ola de alegría. Un pedazo de selva liberada.

Te comprendo muy bien.

Un beso.
Codorníu

María dijo...

¡Que bueno llegar a casa!