jueves, abril 10, 2008

EL OLOR DE LA TIERRA

La madera de la ventana no sólo esta gastada y sin pintura, hace tiempo que dejó de cerrar bien. Por sus huecos se cuela el aire frío de la mañana; es un día de vendaval. A poco que corras los visillos, el paisaje que se rinde ante tus ojos es tan grandioso en su sencillez que te transporta a una Galicia profunda en su raíz, creencia, hábitos y costumbres.
Mientras miras con ojos avaros, tu olfato te lleva al fogón donde pende un caldero de patatas y agua al calor de las brasas, pero tu vista no se aparta de ese estrecho ventanuco y mientras hueles, oteas aquello que la naturaleza da de forma espontanea. La luz hoy se acomoda en un oscuro envolvente de agua fina y verde exuberante de tantas lluvias acaecidas.
Palos y alambre separan el camino del terreno vecino y por la calzada estrecha van las vacas de Manolo a pastar al prado próximo a la iglesia. Ellas no saben de fiestas ni de mercados, su vida, su rutina es del establo al verde, del prado a casa y a dar la leche que se espera de ellas. Son negras y blancas, de orejas como veletas, cuerno pequeño, unas con ubres bien provistas y como traje el barro de la tierra.
No hay ruido y el silencio es sólo roto por el tintineo campanillero que algunas llevan al cuello en forma de collar. Algo en ti te empuja a que abandones ese cuadro y salgas a mezclarte con él, a que seas parte de esa paleta bicolor entre el gris y el verde. La perfumada tierra sobrecoge tu ánimo, es la hierba o el musgo, el estiércol o el humo de la chimenea vecina quienes despiertan tus sentidos, con las manos coges las gotas que caen del cielo al compás sereno del ambiente y no evitas agachar tu cuerpo a la tierra para tocar ese barro que se forma.
Caminas despacio porque la nube baja a ras del suelo, es la niebla algodonosa quien acompaña tu paseo, las campanas llaman a feligreses y paisanos, es la hora de la misa. Muchos no abandonan sus zuecos aunque lleven sus mejores galas hasta la misma puerta de la iglesia, otros con sus setas negras cubren el ropaje apolillado del desuso de la lluvia meona. Al fondo, las vacas observan inmutables e impasibles como pasa la vida en este rincón de una España llamada Galicia.
El asfalto pobre y gastado está mojado, hoy no dejará de llover.

21 comentarios:

ana dijo...

MªÁngeles,
por aquí arriba la lluvia es una constante compañera del paisaje.
Nos recuerda silenciosa que de ella depende nuestro bienestar y que al final es ella quien manda sobre todo lo demás. Sobre la tierra, sobre los pastos y los ríos, sobre el ganado.

Un precioso texto, se olía, se escuchaba, se tocaba la tierra en tus palabras.
Un besito de buenos días,
ana.

Unknown dijo...

Me ha gustado mucho el escrito.

La verdad es que la vida en las zonas rurales es muy diferente a la vida en las grandes urbes.... los tiempos son distintos, las velocidades, los olores, las gentes y su comunicación, en definitiva dos formas de vida, que tiene cada una su sentido y su lugar.

Yo al menos gusto de compatibilizarlas en cuanto puedo, en realidad, no puedo vivir sin alguna de las dos.

Un besiño

Leo dijo...

Me imagino en ese sitio, dentro de una casa de anchos muros de piedra sentado en una mesa redonda, con nagüillas, al calor de un brasero de carbón, leyendo un libro de relatos de "alguna escritora"..., de por aquí; viendo llover a través de la ventana, con un café cremoso sobre la mesa, y unas pastitas, de esas que están en una caja de lata azul cubiertas de azucar por encima,...
ummmmm, que bueno.

Un beso, cuidado con el agua en Sevilla

Fernando García Pañeda dijo...

Sí, se puede oler, ver y escuchar todo ese paisaje, los detalles, sentir que se está paseando por ese camino, esas casas, ese prado. La descripción es inmejorable.
Un beso bajo el sirimiri.

CHISPITA dijo...

Recuerda que las castañas gallegas reciben la caricia de las meigas...

Sencillamente precioso. Me ha encantado. Tu descripción me ha llevado hasta allí; huelo a tierra mojada, saboreo el color plomizo del paisaje… y las galletitas de Leo. Un bico.

Carlota dijo...

ese olor a tierra es único, incomparable... y pensaba que indescriptible, hasta ahora :). Un beso, guapa!

José Manuel dijo...

Me ha llegado el olor a tierra mojada, a ganado, a hierba fresca, a caldo del puchero, en definitiva, me has trasladado con tu relato...
Gracias.

Leo dijo...

Hola Trianera, ¿que tal la Feria? ¿Y los toros?
Mi visita de hoy es para presentarte a una amiga nueva, su blog es: http://elhilofragil.blogspot.com/,
sé que te gustará leerla.
En el Patio he puesto un Link.

Besos desde el Patio.

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

María, buenos días. Lo que más envidia me da del norte es precisamente su olor a tierra húmeda y el color del cielo cuando brama y ese mar de olas con coraje.
Gracias por venir.
buen finde

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Buenos días Estrella. Sí, a mí también me gusta la vida rural. posee otro ritmo, sensaciones que en la gran ciudad las pierdes irremediablemente.
Gracias por tu visita.
Buen finde

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Leo, Buenos días; ya visité a tu amiga y puesto en favoritos, me encantó sus poesía. Gracias por la recomendación.
Y me apunto a la escena que me pintas, pero ya mismo jajajajaja...
Un besote y gracias por leerme

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Fernandillo, mi pirata, gracias por tus palabras. lo de inmejorable me ha dejado "pallá".
Un besote y buen finde

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

CHIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIISPI, bruja, claro que las humildes castañas recibimos la caricia de las meigas. ¿por qué crees que me empeño en ser amiga tuya? Sólo te falta la bola de cristal y el puchero para echar conjuros.
¿te he dicho que te quiero mucho, Bomboncito?
Buen finde y date un paseito por la playa por mí

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Carlota... estos días que ha llovido tanto en Madrid, cuando volvía a casa, me sentaba en la terraza a ver la tormenta mientras me fumaba un cigarrillo. Cuando amainaba el temporal, me llegaba un olorcillo a tierra mojada maravilloso. ¿Sabes lo que echaba en falta? el aroma a vaca, me encanta.
Buen finde y gracias por tu visita

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

José Manuel, muchas gracias por leerme. Ahora mismo me iré de visita a tu blog.
Un saludo cordial

Anónimo dijo...

Hermosa miniatura y bella mirada la tuya para una tierra que bien la merece.

Te dejo como ligero acompañamiento, un poema -o intento de él- que escribí en mi penúltima visita a tierras gallegas en junio pasado, tan diferente de la última de la que recuerdo sobre todo la profunda tristeza que me produjo ver los helechos mortecinos rendirse en los bordes de las carreteras y riberas de los caminos. Espero que estas lluvias acaben con ese tono ocre que no va con su color natural.

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Ya sé qué fuerza te mueve.
He conocido el fondo verde,
y reconocido el plancton que te alimenta,
el añil profundo de las horas
en lento y suave cortejo para la luz.

He visto el cálido nido de tus pensamientos
en las pulpas de los montes,
en cada copa frondosa
abigarrada de agua y gorgojeo,
de sonido espiritual
y olor místico de bosque callado.

He respirado de cerca la nube
que después siempre llega tardía hasta mi cielo,
e inocente y blanca me ha abrazado
ya para siempre.

Ahora sé qué magia de benevolencia
esconde tu regalo nocturno
envuelto en los colores que dejó el día,
arrastrándome sin premisas
a esta punta de tierra
que se ofrece valiente al océano,
lo mismo que mis ojos se ofrecen maravillados
a la inmortal memoria de los tuyos.

(La Coruña, 2007)

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Es un placer leerte. Gracias por el pedacito de paz que nos regalas.
Un abrazo con cariño
Rosa

Jose Antonio G. Villarrubia dijo...

Que bonita descripción! Usas las palabras como colores.
Un saludo.

Lola Bertrand dijo...

¿sabías , angelines, que uno de esos grandes cocineros acompaña uno de sus platos con "espuma con olor a tierra"?
Pués si , y utiliza tierra húmeda del campo.... en fin tu olor a tierra que es uno de los que más persisten en nosotros ... me lo recordó.
Por otra parate en mi Blog Vestida de Mar tienes un regalito para que lo recojas cuando quieras.
Abrazos de tierra
Lola

http://vestidademar.blogspot.com

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Rosa, mi Rosa, me he puesto música para leer tu poema, tan humilde y tan grande, igual que quien lo escribió.
Gracias por dejarte caer por este rinconcillo.
Un besote de buenas noches

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

José Ántonio, muchas gracias... Me quedo con la copla de palabras de colores; me gusta.
Un saludo, luego iré a visitarte

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Loliiiiiiiiiiiiiiilla, muchas gracis por "El pico de plata"; mañana lo colgaré y pasaré el testigo.
Un abrazo de tierra adentro