lunes, septiembre 17, 2007

DE ORO Y PLATA

Tocamos tierra cuando ya nos veíamos en los anales con el sol dorado sobre la piel morena.
Nos estrellamos sobre una cancha cuando nuestro ego volaba más alto que la realidad; salimos sin hacer ruido con la cabeza gacha, sin decir adiós huimos a esconder la derrota que no era para nosotros.
No fue el triunfo quien nos llamó, sino la humildad para avisarnos que el vuelo sin alas nunca remonta la nube.

La tristeza de otros rostros es la que caló hondo en mi expectación. Columnas derrotadas después de haber rozado una gloria efímera como el humo de un cigarrillo. Ojos vacíos de aliento, incomprensión en el rostro, abatimiento en el gesto... Seguiréis siendo el icono de nuestras ilusiones deportivas.

En el otro lado, sentí alegría tamizada por esos chavales de figura alpina, blanca piel y rostro atónito por su proeza. En suelo ajeno y con afición contada con los dedos de una mano, lograron aquello que sólo era un sueño.
Hay que saber ganar y comprender la derrota; los jugadores lo saben, la afición a veces lo olvida.

Las luces se apagaron, el silencio se adueño del asfalto de Madrid; sólo los barrenderos quedaron como testigos de lo que pudo ser un triunfo en una noche de domingo.
Hoy es lunes y para mí la plata reluce como el oro... ¡Feliz semana, amigos!

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