jueves, junio 21, 2007

PEQUEÑO BREVIARIO DE FELICIDAD

El ser humano necesita comer, ingerir alimentos para vivir. Procuramos abastecer al organismo de agua, calcio, vitaminas... Cada ciertas horas, el reloj estomacal suena, nos despierta para reclamar su dosis necesaria.
Incluso, a veces, hemos de ponernos a dieta estricta; nos sobran calorías, grasas, hay un sobrepeso que perjudica seriamente a nuestro cuerpo.
Sin embargo, anoche, cuando volvía a casa, después de una jornada maratoniana en la que me dolía hasta el último hueso de mi cuerpo, un día en el que me había saltado todas las normas alimenticias en las que estoy sometida últimamente para tener un cuerpo diez, me dio por pensar la sobredosis anímica que llevaba mi corazón y que, muy por el contrario, lejos de sentirse pesado, estaba insultante, con ganas de más.
El cuerpo requiere un mínimo de agua, el espíritu necesita un máximo de calor humano, inyecciones de sonrisas, vitaminas de optimismo.
De nada me sirve tener un cuerpo sano si mi corazón está anoréxico.

Y es que ayer fue un día especial: bebí con mis cinco sentidos la vehemencia de la amistad, mastiqué la canícula del compañerismo y digerí el ardor de una risa que no se apagaba, a cada instante brotaba con más fuerza.
Anoche, cuando volvía a casa rodando sobre un asfalto dormido, sólo las farolas permanecían despiertas, me di cuenta que sin ti, sin el otro ni el de más allá, mi corazón no puede vivir. Necesita de tu calidez, de tu entusiasmo, de la palabra ajena, para no morir de hambre.

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