domingo, marzo 11, 2007

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Años, meses, semanas, días, horas, segundos…
La tierra se desplomó, sus entrañas rugieron y vosotros volasteis al paraíso.
Las huellas se borran, pero el tiempo no olvida.
Ciento noventa y dos cicatrices en nuestra primavera y un recuerdo en el corazón.

Vuestros ojos no volverán a llorar, vuestra voz vela el silencio, marchitas esperanzas, enseres sin dueños, pero no así la memoria de quienes se cruzaron en vuestro camino. Ellos viven en la luz de la remembranza por una sonrisa con nombre propio que jamás se esfumará.

Ciento noventa y dos olivos crecen bajo un cielo azul… mil noventa y cinco días con sus veranos, otoños e inviernos.

11 de marzo 2004-2007

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