El despertar a horas tan extravagantes como la mía tiene sus
claras ventajas: siento que el tiempo es mío y nadie va a interferir entre el
pensamiento y la letra. Es más, mi cabeza es virgen y la nitidez de mi comprensión
está limpia de etiquetas.
Nunca me avergoncé de decir que no era feminista al uso de
esas mujeres que me hacían daño a los oídos y a la vista. Me he sentido siempre
muy bien en mi piel de mujer, la fortuna me ha acompañado tanto en educación,
familiar, social y laboralmente; jamás he sentido la desigualdad en mi entorno.
En mi familia todas las voces se han podido expresar con libertad, han
trabajado al unísono, han sido respetadas, jamás devaluadas unas por otras; no
he sentido la humillación. He disfrutado la fortuna de crecer al abrigo de esa
frase de Virginia Woolf "No hay barrera, cerradura ni cerrojo
que puedas imponer a la libertad de mi mente"
Sin embargo, hoy que el tiempo es mío, recaudo sensaciones de
gratitud hacia esas mujeres que a lo largo de la historia han luchado para que
yo me sienta tan afortunada por ser libre de pensamiento, obra y creciendo en
un entorno de respeto e igualdad. Además, pido perdón a esas otras mujeres que
no han disfrutado de mi dicha y mi insensibilidad hacia ellas ha sido grande.
Mi actitud se asentó en la zona de confort olvidando las diferencias de otras.
Mientras las otras cobraban mucho menos que un hombre (hoy se estima que un 35%
menos), mientras las otras pagaban por haber nacido mujeres. Mientras las otras
eran tratadas como objetos sexuales. Mientras las otras no tienen derecho a
pensar sino a la sumisión. Mientras hoy esas mujeres madres sacan a sus hijos
solas pasando horas infinitas en un trabajo sin ayudas de ningún tipo… ¿qué
hacía yo mientras tanto? Disfrutando de mi confort.
Para mí, a estas horas extravagantes en que el mundo duerme y
yo navego en el pensamiento soberano, el éxito de algunas mujeres no me
conmueve. Me conmueve ese ejército de mujeres invisibles que batallan cada día
y que nadie las reconoce como las verdaderas heroínas de esta sociedad actual.
Las mujeres de la generación del 27 alguien las bautizó como “Las
Sinsombrero”… Las mías, las del S XXI aún yacen
en la sombra sin que yo ni muchas como yo hayamos hecho nada por ellas.
7 comentarios:
Tu, yo y otras muchas hemos tenido mucha suerte pero la desigualdad existe.
Besos
Por todas esas mujeres del mundo, que en la sombra luchan por sus derechos y su dignidad, hoy levanto mi grito contigo y les doy mi pensamiento, mi comprensión y todo mi apoyo...
Mi abrazo y mi cariño.
En estos tiempos de crisis, una gran parte de la culpa de que esto no se vaya a la mierda la tienen esas mujeres anónimas que para lo único que no tienen tiempo es para quejarse.
Eres afortunada.
Yo ya no siento tampoco discriminación pero haberla hayla.
Besos, guapa.
Por desgracia sigue habiendo discriminación, pero tengo esperanza en que todo va cambiando. Un abrazo Mª Ángeles.
Hola, vengo a correspoder a tu visita.
Besos, feliz fin de semana.
Un bello homenaje con tus letras a esas mujeres invisibles que nos han precedido.
Que buena pinta tiene tu nuevo libro, sabes que lo quiero.
Besos.
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