domingo, diciembre 18, 2016

RECORDANDO...


Relato escrito para el taller de recuerdos de la residencia donde vive mi madre...

-¡Por Dios, que no son fechas!- La voz de Loli se escuchaba enérgica y hasta enfadada mientras María agarrotaba sus manos en la puerta de la calle diciendo “Me voy a mi casa” Menos mal que en ese momento pasaba José por allí y trató de disuadir a María de su intento de fuga.
-Mujer no me seas cabezota. Si te vas cuando venga nuestro hijo Jesús, ¿qué le voy a decir?- María mira a José, agacha la cabeza y se sujeta al bastón de José y ambos se van al salón.
-¿Dónde te quieres sentar María?
-Cerca del teléfono, José. Quiero hablar con Jesús.
-Si hoy va a venir, mujer. Luego le cuentas todo lo que quieras, pero ahora está trabajando. Anda, vamos a sentarnos con Goyita- y María se deja llevar por José, siempre lo ha hecho.
María mira hacia todos los lados pues hoy encuentra algo diferente que no sabe qué es.
-José, ¿qué día es hoy?-José la mira con ternura, se para, atusa su pelo blanco y dice…
-Esta noche celebramos que nuestro hijo viene, pero no se lo digas a nadie es sorpresa- María le mira sin entender y se sienta al lado de Goyita que parece triste- ¡Buenos días, Goyita!-dice José con voz cantarina-¿Qué, recordando Goyita?
-¡Hola José! Sí estaba recordando…-y la voz de Goyita se apaga.
-¿Qué es lo que recuerdas, Goyita?-pregunta María intrigada-entonces Goyita levanta la cara y cuenta sus recuerdos…
-Al mirar a ese árbol que ha engalanado Marta, me he acordado cuando yo era muy niña… Recuerdo que no tenía zapatos, eran unas alpargatas que mi madre cosía y cosía, no había dinero para más, pero yo no sentía frio… Recuerdo una navidad que mi madre me llevó a casa de los amos a felicitarles las fiestas. Mi madre antes de entrar me leyó la cartilla “Saluda, no hables si no te hablan. Estate junto a mí, no te muevas, y si te ofrecen algo de comer, coge una sola cosa y la más pequeña”… Recuerdo que entramos en una casa muy grande. Hacía calor, era muy bonita. Agarrada al delantal de mi madre fuimos a una habitación muy pero muy grande y llena de libros hasta el techo, por lo menos. Saludé como me dijo mi madre, pasaron una bandeja llena de dulces y tardé en elegir pues todos eran del mismo tamaño, no veía ninguno pequeño. Cuando lo tuve en mi mano, no lo comí, me lo guardé en el bolsillo del abrigo… Recuerdo que sonreí pero mientras lo hacía, vi algo que me llamó tanto la atención que me fui corriendo para verlo de cerca. Era muy grande, de pared a pared, nunca había visto nada igual… Muñecos muy pequeñitos, ovejas, pescadores, labradores, una inmensa estrella… Estaba tan concentrada que no sentí una mano que se posaba en mi hombro “¿Te gusta Goyita? Es un nacimiento” Entonces volví mis ojos y vi a una mujer muy guapa que me daba un paquete. Miré a mi madre y ésta me hizo señas para que lo cogiera. Me daba pena abrir el paquete pues estaba envuelto en un papel precioso y, además, estaba tan emocionada porque nunca había tenido un regalo… Recuerdo que lo abrí despacio, muy despacio. Descubrí una caja de cartón ¡Tan bonita! En la tapa ponía mi nombre escrito en la letra más preciosa que yo hubiera visto nunca… Recuerdo que abrí la caja ¿Diréis lo que había dentro? Unos zapatos brillantes, nuevos, preciosos y eran miiiiiios... Mi madre me los puso ¡Qué bien se andaba con ellos! Me puse a saltar y una niña se acercó a mí y me preguntó ¿Me puedo poner tus alpargatas rotas? Síii, la contesté y las dos seguimos saltando… Fue el día más bonito de mi vida… Recuerdo que al día siguiente  era navidad. Me levanté y al querer ponerme mis zapatos nuevos vi que lo único que estaba eran mis alpargatas muy bien cosidas como mi madre lo hacía…, entonces comprendí que mis zapatos, el nacimiento, el dulce, habían sido un sueño de una niña pobre como yo…
-¡Qué pena!-dice María
-Pena ninguna-salta Goyita muy orgullosa- En aquellos tiempos a los pobres no se nos permitía ni soñar y yo, María, soñé, tuve el sueño más bonito que un niño de aquellos tiempos podía tener.
…Y Goyita, María y José siguieron hablando, recordando y cuando la noche envolvió de niebla Valladolid, Loli terminó de poner las últimas figuras del Belén. María, José y el niño Dios ya estaban en su lugar y cuando Goyita bajó a cenar, encima de su plato halló un paquete. Lo miró mientras unas lágrimas furtivas se mezclaban con una sonrisa.
-¿No lo abres?-preguntó Rosa la cocinera.
-No, quiero seguir soñando.


5 comentarios:

Ambar dijo...

Describes muy bien una realidad dura pero llena de ternura y conformismo. Me ha gustado.
Besos

Pedro Luso de Carvalho dijo...

Olá Mª Ángeles.
Gostei muito de tua história, tão própria para esta época.
É sempre muito bom ler as tuas narrativas. Parabéns.
Abraços.
Pedro.

Ana Mª Ferrin dijo...

En el día de su bautizo su padre le regaló una botellita cerrada y
le dijo que nunca, nunca, la abriera.
...Para que, sobre todo,
aprendiera a amar el misterio.
Eduardo Galeano.

Con mis mejores deseos. Un abrazo.

Celia dijo...

Hola Mª Angeles:
Vengo a desearte unas Felices Fiestas y que tengas un maravilloso 2017.
Yo supongo que aún tardaré algo en volver.
Muchos besos.

Macondo dijo...

Qué bonito, María Ángeles. Eres la mejor.
Felices Fiestas.
Un abrazo.