Un día descubrí
Radio Almenara… Era una tarde de domingo y llovía. Me gustaba el sonido del agua, lento, pusilánime. Si,
quizá por eso encendí la radio para no notar tanto el dolor que me producía el
saberme abandonada. Sé que este estado sólo lo puede entender otra mujer y
aquella voz que salió de aparato me pareció la de un ángel que me invitaba a
aliviar mis penas. Cogí temblorosa el auricular y marqué el teléfono que ella
indicaba.
-Radio Almenara,
dígame…
-Llamo por el
programa que está en antena. La verdad, no sé para que llamo. Tal vez sea mejor
que cuelgue. Disculpe las molestias.
-No, no, espere.
Es preciosa su voz.
-¿Mi voz? Nunca
me habían dicho nada parecido.
-¿Cómo se llama
usted?
-Ana, un nombre
corriente.
-No, no diga eso.
¿Qué estaba haciendo en este momento?
-Ver llover. Es…,
es tan triste que me gusta.
-¿Se identifica
con la lluvia, Ana?
-Sí, la siento un
poco como si fuera yo. Abandonada, solitaria…
-¿Abandonada? ¿Se
siente así?
-Sí…, un poco. Mi
marido…-Ana no pudo contener el llanto; de repente, el saberse escuchada por
aquella voz…
-¿Ana? ¿Un
poquito mejor?
-Sí, gracias.
-¿Hace mucho que
se fue él?
-No, sí… cinco
meses.
-Ana, ¿cómo era
su convivencia con su marido?
-Buena… Ahí está
lo malo. No vi nada raro, él conmigo no cambió, pero una tarde de domingo me lo
dijo…
-¿Qué la dijo?
-Qué había
conocido a una portorriqueña y se había enamorado de ella. Ya ve, mi historia
es muy vulgar… Y esa misma tarde se fue.
-¿No ha vuelto a
saber de él?
-No, bueno sí.
Hace un par de domingos los vi pasear por el parque, por el mismo lugar que me
llevaba a mí. Se los veía muy felices.
-¿Y su familia?
-Me dicen que soy
idiota, que haga algo, pero no sé qué voy a hacer yo… El caso es que el viernes
recibí una citación. Se quiere divorciar, ¿sabe usted? Normal.
-¿Usted trabaja?
-No. Yo cuidaba
de la casa y los niños… No ha llamado a preguntar por ellos, no me pasa dinero
y me ha vaciado la cartilla. No sé qué comeremos mañana y me asusta mucho el
mañana. Discúlpeme usted…
La llamada se cortó
y en la emisora de Radio Almenara cayó el silencio. Todos se miraron sin decir
palabra; fuera, estaba lloviendo
1 comentario:
Si es que «las penas con pan son menos», ya lo dice la sabiduría popular, jeje.
Besos a la luz levantina.
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