Hoy ha venido a hacerme compañía. Se coló entre unas
ramas de los árboles y una rendija de las cortinas. No hizo ruido y muy quedo
dijo “Buenos días”, miré y parecía un melocotón recién parido, suave en sus
bordes y añejo en su centro. Pasó su mano
por la parte izquierda de mi
rostro; sentí su levedad, su aroma fresco del recién levantado. Aún cerrando
los ojos presentía su calor, su belleza, pero él insistía en que le mirara,
luego no lo podría hacer. Mis ojos verdosos se vistieron de jilgueros dorados
lanzando destellos.
Se quedó conmigo unos seis minutos escasos, después, alzó
su vuelo como esos pájaros que bailan mientras vuelan hasta coronarse en lo
alto y perder su color. Ya no era melocotón sino una patata pelada, blanca de
carne y desfiguradas sus formas.
Los días se acortan, el verano se desliza y ya llega
septiembre. Me lo ha dicho mi arbolillo de ramas secas y las nuevas, rellenas
de flores rosas. Esta mañana mientras el ordenador se encendía, se ha colado en
mi vida un rayo de sol, tan juguetón como juvenil, y con él he presentido que
la vida es un instante, tan efímero e intenso como tú la quieras vivir.
1 comentario:
Unos ojos visiténdose de jilguero, precioso.
Buen texto.
Besos
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