Hoy no es buen
día. No porque sea lunes, ni comienzo de semana, ni siquiera porque hoy no es
día para comprar productos frescos. El cielo ha amanecido moteado de nubes con
sospecha, y escucho en la radio que quizá bajará el bochorno estival y,
también, que es fiesta grande en Usa. La vida sigue como un día más cayendo
hojas del calendario y, sin embargo, para algunas personas hoy no es un día más.
Hay días,
tristes, días insípidos y otros, alegres. Días de todos los colores y para
todos los gustos. A María Luisa se la
agolpan en la memoria imágenes de tal día como hoy hace un año cuando se fue de
sus horas, minutos, segundos… una de las personas más importantes en su vida.
Nada hacía presagiar la deriva de aquel día de principios de julio. Seguramente
ella sabría en sus adentros que en cualquier momento la vida de sus ser querido
se iría, se marcharía con sigilo por ser ley de vida. Pero no por eso es menos
doloroso; ahora estás aquí es una certeza. Dentro de un rato, no se sabe.
Pero cuando
quieres a alguien, piensas que ese alguien nunca marchará, será eterna su
compañía, su manera de decirte, su forma de mirarte, porque consideras que es
imprescindible en tus horas, pero se va para no volver. Entonces viene a por ti
la orfandad, la ausencia, el vacio, ese hueco que nadie sustituirá porque cada
persona somos uno, distintos, inequívocos, no podemos rellenar con otros parecidos. Por
eso llega la pena, la lluvia inagotable de lágrimas, la tristeza pegada a las
paredes de tu vida.
Sin embargo el
tiempo sigue descolgándose de sus días, horas, minutos… y comienzas a levantar
la mirada aunque la orfandad siga ahí dentro, tal vez para siempre, y también
comienzas a recordar, recordar con nostalgia, a aflorar películas vividas
cuajadas de sonrisas, de anécdotas y vivencias de aquel ser querido que se
marchó
El tiempo, María
Luisa, no disuelve los recuerdos, al menos los más bonitos, los hermosos, los
que tú adoras. Vienen a ti a engatusarte, a hacerte compañía, a recordarte que
tu ser querido no se fue ni se irá jamás mientras que por tu corazón gatee la
vida. Comprenderás que se quedó para siempre contigo y que, seguramente, desde
allá, donde esté, te seguirá hablando, te escuchará, te aconsejará. Tú harás
que no se vaya nunca porque te descubrirás hablando de ella, recordando sus
salidas más divertidas, o sus ideas de “Perogrullo”. Tus ojos, tu sonrisa, tus
palabras se llenaran de ella.
María Luisa, una
madre es siempre madre aunque no esté, aunque no la veas, pero está ahí porque
las madres, María Luisa, son eternas y la eternidad es infinita.
Hoy 4 de julio no
es un buen día. Es lunes y los lunes no gustan, pero se me antoja que es un
buen día para que levantes los ojos a ese cielo moteado de nubes sospechosas y
brindes la mejor de tus sonrisas a esa madre que no se fue. Se quedó contigo
aunque no la puedas ver.
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