Cuando entré el
primer día en el barco y vi tanto niño dije “Ay madre, ay madre”, pues los
chillidos de los niños electrocutan mis nervios. Me equivoqué de cabo a rabo.
Está organizadísimo en un crucero el entretenimiento de los más pequeños, a
mayores que noté gratamente que eran niños bien educados, acostumbrados a
viajar. No sé, algo funcionó maravillosamente. Fue una delicia la observación
desde los padres con bebé a bordo llevándoles generalmente en mochila contra su
pecho, hasta esos padres que enseñan a sus hijos a amar a la naturaleza y
respetarla jugando con las gaviotas por ejemplo. Madres con libro en ristre
sentadas al borde de la piscina mientras sus hijos hacen malabares en el agua.
En los diversos comedores no se oyó el griterío infantil ni el llanto a
destiempo. ¡Chapeau!
Por otra parte, en
mi puesto de popa, observatorio oficial mío, pude clasificar el tipo de gente
que va a un crucero que es variadísimo y llegué a la conclusión que había de
todos los espectros sociales. Desde las almas solitarias, las familias enteras
incluidas los abuelos, las pandas de amigos, las chonis de turno, los snobs que
no se mezclan con nadie, la gente mayor que encuentra en el crucero todos los
requisitos que requieren con su edad. Los que van a descansar. Los padres con
hijos ya adultos y seguramente independizados que con ese viaje aúnan posturas
y un cierto grado de convivencia. Esa gente que le gusta viajar, el ambiente de
bailar beber, comer y que la cultura le roce lo justito… Con todo esto contado,
¿Recomendaría un crucero? Sí, rotundamente sí., siempre que persigas, claro
está tres fines muy concretos: divertimento, cultura light y descanso.
¿Qué es lo que
más me ha llamado la atención de esta ruta por el Báltico? La naturaleza, el
amor que tienen estos habitantes por la vida al aire libre ya que el tiempo es
muy reducido por el clima que tienen, y el amor a la cultura. He visto a muchos
paisanos leyendo en parques y terrazas y la música en cada esquina. Ciudades
tremendamente limpias y he presentido otro ritmo de vida totalmente opuesto al
nuestro. ¿Bueno, mejor que nosotros? Distinto. Las costumbres de cada país
vienen condicionadas por muchos aspectos en que la base educacional es la
piedra angular o filosofal. Por ejemplo en Estocolmo la gente cuando se cansa
de la ropa no la da o la tira; la vende. Igual hacen con los muebles. Muy
amantes de las flores. Las que más he visto han sido macizos de surfinias. Cómo
cuidan de sus mascotas…
¿Con qué ciudad
me quedaría? Cada una tiene su encanto.
Tallin es un pueblecito medieval muy
bien conservado. Si no supieras que estabas en Tallin, bien podrías pensar que
estabas en cualquier ciudad de Baviera. Pero
Estocolmo me ha cautivado. Las catorce islas que conforman el núcleo urbano son maravillosas. El ritmo de la ciudad, una elegancia intrínseca. Presentí unos habitantes bien formados culturalmente.
Me quedo con
tantas imágenes en la retina, en el trastero de la memoria para que calienten
los largos días de invierno cuando el sol apenas amanece y la nostalgia barrunta
tus sentidos.
Si he de elegir
una para compartir con todos vosotros y poner broche a este bitácora de
sensaciones de un viaje, os dibujaría la de un niño de cuatro años
aproximadamente que iba en el barco. Su tez era negra zumbona, sus ojos dos
platos asombrados, e inmaculadamente limpio. Dos escenas. Una en Tallin en la
que se sentó en el suelo a escuchar una música dulce y cadenciosa que salía
de
un instrumento rarísimo. Y la otra, ese mismo niño con una servilleta al cuello
comiéndose un plátano mientras que con un dedito indicaba cada gaviota que
veía. Sus risotadas hacían que el plátano saliera volando con cada gaviota.
Chicos, viajar,
viajar aunque sea a la esquina de vuestra casa, pero viajar con los sentidos,
con vuestras percepciones, pues será la riqueza que engrandecerá la mente y el corazón.
2 comentarios:
Tallinn es mi ciudad preferida en Europa. Se me parece a una casita de muñecas. Enhorabuena por tus posts que, como siempre, son espectaculares.
Olá MªÁngeles.
Passeio magnífico o seu, com todo o conforto
e com as crianças bem calminhas. Felicidades.
Abraço.
Pedro.
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