La vida camina al son de la veleta, una giraldilla
movida al bamboleo de un viento. Nuestras vidas están encadenadas unas a otras.
Lo que decidan unos, inciden en nosotros, lo que decidamos nosotros, recae en
la vida de los otros.
¿Somos libres de decidir nuestras vidas?
Supuestamente sí. Sin embargo, si miras bien la cara de libertad verás en ella
muescas, cicatrices de un querer que no pudo o, incluso, de una ignorancia que
de ignorante no pudo decidir.
Muchas veces pienso que las oportunidades para
arbitrar, arriesgarse, animarse, lanzase, a tomar un camino determinado, llegan
en el momento idóneo, ni antes ni después. No elijes tu el momento, te elije él
a ti y, entonces, tú sí tienes la libertad de elegir, de arriesgarte a caminar
por una senda X.
Mis elecciones personales, esas libertades que me
salen al camino, desde una cuneta, una recta o una curva, llegan al límite
temporal. Es decir, cuando se me está acabando un tiempo que marcan unas leyes
invisibles para determinados acontecimientos de nuestras vidas. No es lo mismo
parir un hijo a los 22 que a los 45, por ejemplo; a eso me refiero en cuanto a
límite temporal.
Pero LLEGO, no sé cómo me las apaño pero LLEGO a
línea de meta con la lengua fuera y los pulmones agotados pero LLEGO, y cuando
caigo fulminada al suelo por el esfuerzo, presiento que la decisión que tomé en
mi pequeño recinto libertario fue la adecuada.
Las decisiones más importantes de mi vida han sido
tomadas en libertad, cuando la cadena humana a la que estoy enganchada me ha
dejado decidir, no antes ni después.
¿Arriesgo en mis decisiones? Sin duda pero es que
la vida sin riesgo sería una cárcel a la que maniataras toda tu vida.
¿Es importante sentirse libre? Sí, rotundamente
sí, pero no te engañes, tu libertad tiene las patitas cortas y está sujeta a la
de otros y tú dependes de los otros. Por eso es fundamental que tus interiores
sean anchos, largos y profundos, para que cuando la sociedad a la que estás
atada, quieras o no, te impida sentirte libre, dentro de ti despliegues tus
alas y vueles en libertad dentro de ti. Tal vez, solo quizá, tanto vuelo
interior, tantos sueños guardados, un día tengan oportunidad de elegir ser
reales o seguir su vuelo interior.
Hace poco se me ofreció una oportunidad de elegir,
de proceder en libertad. El tiempo se acababa, vi el tren pasar, tal vez el
último y me subí. No sabía a dónde me llevaba pero me arriesgué.
¡Gracias familia Cantalapiedra!
3 comentarios:
Precioso texto M.Angeles y muy cierto. Todos deseamos sentirnos realmente libres pero siempre habrá un apego, alguien que nos pueda cortar las alas, o quizá somos nosotros mismos que necesitamos ese contacto, esa rozadura infinita. Un abrazo fuerte.
Yo me siento atada a nuestra España. Libre es Corinna.
Besos de Reina
Interesantes pensamientos.
Veo que la decisión fue correcta y lo celebro.
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