Diario de una
novata VIII
10 de febrero,
2016
Anoche me acosté
con la nostalgia prendida de un árbol invisible. Me enredé en las sábanas
queriéndome alejar de la realidad colmada de villanos. El viento que azuzaba
tras la ventana, volteaba las persianas con la rabia que da el paisaje humano
cuando no comprendes los motivos de ciertas actuaciones. Allí dentro en la cama
a modo de refugio nuclear me sentí a salvo de aquello por lo que no transijo
aunque la postura más legible es ser un cínico. Sin embargo sonó el whatsapp
que venía a inundarme de juventud y alegría. Era Paula, Paula Aragón que con su
chispeante actividad que dan los años me mandaba su maravilloso trabajo. Más de diecinueve instantáneas de mi persona
para que eligiera la que irá en la contraportada de Sevilla…Gymnopédies. Valoré
rápidamente su trabajo aunque más lo que me supuso su mensaje en mi ánimo
despistado. No hay tristeza, ni pena, ni rabia, que cien años dure pensé
mientras pasaba las fotos. En segundos había olvidado aquello que no merece la
pena perder el tiempo por la alegría que suponía la satisfacción de Paula por
su trabajo. “Esto sí que merece la pena” me dije mientras volvía a refugiarme
entre las mantas. El viento seguía azuzando las calles, oí su rugido pero no me
sonó a miedo sino a la naturaleza que hablaba en una noche airosa. Y entonces
mi mente se volteó en otros pensamientos mucho más constructivos donde la gente
se entrega sin más por ayudar a otros, como el caso de Paula. Y me vino la
imagen de Conchi, la mujer que está a cargo de las actividades culturales de la
Casa Revilla en Valladolid donde presentaré la novela. Mujer cauta y prudente
cuyo entusiasmo por su trabajo se hacía palpable al enseñarme las instalaciones,
ofreciéndome todo tipo de comodidades para que todo saliera bien. Cuando me
despedí de ella, si en ese momento me llegan a preguntar cómo era físicamente,
hubiera contestado “Una enorme sonrisa con mirada transparente”
Estas son las
pequeñas cosas a las que me debo sujetar para que mi árbol cuando se cimbree,
sus hojas estén bien sujetas. Paula Aragón, Conchi, Igor, Juan Escarpelo…,
personas anónimas que hacen un mundo mejor.
Me acaban de
venir a la mente las palabras de Pessoa “Todos tenemos dos vidas: La verdadera,
esa que soñamos en la infancia y seguimos soñando, adultos, en un sustrato de
la niebla. Y la falsa, esa que vivimos en convivencia con los otros, la
práctica, la útil, esa en la que acaban por meternos en una gran caja”… Y una
mierda me van a meter en una caja. A soñar, a soñar que todo es posible y
aunque caiga en un socavón, estará mi gente (harta de mí, todo sea dicho) para
rescatarme. Habrá una Paula Aragón, un Igor, una Conchi, un Juan Escarpelo, que
se enganchen a mis alas para ayudarme en el vuelo rasante de un sueño, porque
ellos son una lección de vida que todos deberíamos aprender.
¡Qué seria y
circunspecta estoy hoy!
6 comentarios:
Deberían añadir un simbolito de "LIKE" y le daría uno bien grande a tu entrada Mª Angeles!!!
Que nunca dejemos de soñar! Un abrazo enorme.
Nada de cajas.
Ahora ilusiones.
Besos.
¡Bravo, bravo, bravo!
Has plasmado de una manera magistral esa rebeldía tuya para evitar que te metan en una caja.
Esa caja oscura de la mediocridad.
Se necesitan personas así en la sociedad. Que luchen por sus sueños salvando al esencia de su ser sin caer en esa masa informe de conformistas que deambulan por nuestros pueblos y ciudades.
Y como bien dices, siempre están ahí los que nos quieren bien.
Un fuerte abrazo y ánimo.
Escribir como tú lo haces es escapar de esa falsa vida que dice Pessoa. Escribir es soñar y vivir la vida verdadera, la de cada cual, sin someterla al corsé repugnante de los indignos que nos quieren encerrar en su mediocre cajón.
Un abrazo y suerte en la presentación.
Venga,fuera cajas y dentro sueños!
Besos.
La caja no podrá contigo miarma. Un beso y buen fin de semana. @Pepe_Lasala
Publicar un comentario