Bajo las sábanas de una depresión yacen laberintos inexpugnables, pasillos
tortuosos de oscuridad donde hallar la salida no es tan fácil como algunos
piensan. Ésta se te deshace en la mente olvidando quién éramos entonces ni
quién eres hoy.
Sin embargo, hay días que el amanecer te hace intuir tu nueva realidad, una proyección de uno
mismo que no ha de ser negativa si la voluntad por ser algo más que un ser
perdido te hace trabajar sin desaliento, y no desdeñar la semblanza de una
nueva sombra que crece dentro de ti.
Pero esa luz se vuelve a diluir y la oscuridad es la mejor compañera del
desánimo. Pierdes la memoria de tus proezas en favor del llanto abatido por los
disparos de unos nervios descontrolados, por ese miedo que mece tus
pensamientos.
Una sonrisa sincera que emane calor y compresión a
quien padece este dolor tortuoso, es el mejor gesto de generosidad para
iluminar el nuevo ser que sin duda nacerá a un nuevo día, y donde él pueda
percibir cada pálpito que nos entrega la vida.
1 comentario:
A veces ni una sonrisa sincera es suficiente.
Pero hay que intentarlo.
Besos.
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