Siento debilidad por las estaciones de tren, ¡me recuerdan tanto a la vida!, que siento que mi vida es un constante devenir, subiendo y bajando peldaños de un tren. Dejando en cada parada una parte de mí...
Las sensaciones son constantes vitales que laten al tic-tac del bombeo de tu corazón. Estrellas errantes encendiendo los sentidos que guían las emociones…
El tren, hechicero de fortunas y pasajeros anónimos.
Estaciones lluviosas de forja y metal. Silenciosas testigos de encuentros y despedidas. Elegantes y melancólicas esperando, esperando hasta el fin.
… Siempre tengo la misma sensación, el mismo aroma a recuerdos húmedos, de flashes iluminando trozos de paisaje, agitando las emociones con vaivén del tren mientras avanza a tu destino provisional…
Las vías, espejos de zinc, insinuantes caminos de hados y peregrinos.
Catenarias sosteniendo el faro guía de un destino, alimentando las percepciones.
Y es que una estación, un tren, posee un alo mágico y nostálgico a través de sus andenes, de sus ventanales. La lluvia se desliza en lágrimas transparentes pegadas a un adiós, y también abrazos de esperanza.
Siempre, siempre soltando lastres, dejando atrás y avanzado por el carril de un destino.
Afuera, el páramo dorado es ahora el desplome del cielo buscando refugio en la tierra. El tren avanza, y la niebla envuelve las fotografías rápidas que se adhieren a mis ojos.
Mientras, la tarde se derrumba sobre los campos. Enormes océanos en colores dormidos, melancolía infinita…, y mi tren, en el rumbo fijo hacia el silencio más absoluto.
2 comentarios:
Las estaciones de tren son chutes de melancolía para las almas sensibles.
A mí me pasa algo parecido.
Me pueden y me dejan "tocado".
Besos.
Ay, Mª Ángeles.
El primer párrafo es toda una metáfora que a mí también me recuerda a esta "vida" de llegadas y partidas, donde obtenemos un efímero placer para una entidad individual y separada; y acto seguido, el sufrimiento consecuente. Yo no creo que esta rueda de placer-sufrimiento sea la vida real y verdadera, sino el sueño resultante de una equívoca percepción conceptual que trajimos de serie (el pecado original para los cristianos).
Hace tiempo que me cambié al té verde. Pero me ha sabido a gloria el cafelito virtual que me he tomado contigo. No hay texto tuyo donde no se encuentren (veladas o expresas)las emociones de un ser humano.
Incluso el silencio, como en el último párrafo, tiene su miga, jaja. Y hablando de miga...
Besos, amiga.
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